Escribe: Luis Fernando Sarmiento
Mucho se habla acerca de cuán importante es mantener un sistema financiero sólido y profundo para que contribuya al crecimiento económico, mucho se habla también de la importancia de los acontecimientos financieros en el mundo y de cómo impactarán sobre nuestro país y en el mundo; pero poco se habla de las razones y de qué manera el sistema financiero contribuye al bienestar de las personas. Dicho ejercicio intentaremos sostener a continuación.
Supongamos que existe una economía en la cual cada
persona se dedica a realizar una actividad económica específica y recibe un
salario S (cuya característica es se destina íntegramente para el consumo) al
finalizar su periodo de trabajo. Además, supondremos por cuestiones de
simplicidad que solo existen tres periodos y que dicho salario se recibe al
final de cada uno, es decir, al final del año 1 recibirá S unidades monetarias
con las cuales podrá disponer para consumir en el periodo 2 y al final del año
2 recibirá S unidades monetarias que consumirá en el año 3. Además, en dicha
economía los individuos tienen la capacidad de disponer de su dinero de la
manera que les parezca más conveniente, sin embargo, en un principio
supondremos que no existe un “sistema financiero” tal y como lo conocemos, es
decir, no existen activos financieros ni entidades financieras que ofrezcan la
oportunidad de rentabilizar los ahorros que posea un individuo. En ese sentido,
si un individuo consume una porción p del total de su salario en el periodo 2,
en el periodo 3 dispondrá en total S+(1-p)S unidades monetarias para consumir.
Ahora, ¿bajo qué circunstancias un individuo decidiría no consumir todo su
salario en el periodo que supuestamente le correspondería consumirlo? ¿Por qué
en una economía como esta se “ahorraría” (1-p)S unidades monetarias para
consumir en el siguiente y/o último periodo? Podría pensarse que este patrón se
sostendría en la posibilidad de dejar herencia, sin embargo asumiremos que esto
no es posible. Entonces, ¿existe acaso algún valor intrínseco en el mero hecho
de atesorar dinero? En términos de utilidad, ¿un individuo que consume las S
unidades monetarias en cada periodo correspondiente percibe mayor o menor
utilidad que otro individuo que se comporte como hemos supuesto (“ahorrando”)?
Para responder a esta pregunta, debemos analizar las preferencias de los
individuos. Cada individuo posee un set de preferencias diferente, unos
valorarán una unidad de consumo futuro más, mientras que otros pueden preferir
una unidad de consumo hoy. A este factor que regula las “preferencias
intertemporales” lo llamaremos factor de descuento (1/1+b) y funciona de la
siguiente manera: 1 unidad de consumo/ (1+b)= representa el valor de una unidad
de consumo mañana, hoy. Por simplicidad asumiremos una función de utilidad
lineal compuesta por los dos posibles momentos de consumo C1 (consumo en el
periodo 2) y C2 (consumo en el periodo 3). Entonces, asumiendo que el periodo
actual es el segundo (a partir de este recién se dispone de unidades monetarias
para consumir).
Ahora, procederemos a comparar dichas utilidades
para poder observar de qué factores depende que nuestro individuo inicial
perciba más utilidad por su correspondiente canasta de consumo intertemporal
(“atesoramiento”). Utilidad 1
> Utilidad 2:
Donde z=prima por “atesorar” y 1/(1+b) equivale al
factor de descuento.
¿Qué significa que la prima multiplicada por el
factor de descuento sea mayor a 1? Intuitivamente implica que para dicho
individuo el valor hoy de una unidad de consumo futura es mayor que el valor hoy
de una unidad de consumo hoy, en la medida que dicho valor por atesorar (“prima
por atesoramiento z”) sea mayor al valor al que descuenta subjetivamente cada
unidad de consumo futura hoy( 1/(1+b)). Partiendo de esta condición, sería congruente
en esta economía el atesoramiento de unidades de monetarias para consumirlas en
periodos futuros.
Ahora, ¿de
qué factores depende z y (1/(1+b))? Para (1/1+b) podemos pensar en dos factores:
uno que influye negativamente (1/1+b cae = valoro más el hoy) como el hecho de
que la probabilidad de muerte tiene una tendencia creciente y por tanto
prefieres darle uso hoy a tu dinero; y otro que influye positivamente (1/1+b
sube = valoro más el mañana), como el valor de esperar cierto bien o el simple
hecho de que te satura consumir todo en un solo periodo; no obstante no
abordaremos en la extensión de dichos factores. En cuanto a z, como se mencionó
anteriormente, depende de una valorización subjetivo por el mero hecho de
atesorar dinero: mientras mayor sea la satisfacción por tener algo de dinero
(podría pensarse como el deseo de mantener una reserva en caso de alguna
urgencia), mayor será el incentivo a no consumir todo su salario S.
Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con el sistema
financiero? Para demostrarlo, asumamos que repentinamente en nuestra economía
imaginada existe un sistema financiero al que los individuos pueden acceder,
con lo cual, recibirán una tasa r como rendimiento de algún activo adquirido o
por cada unidad monetaria depositada en una entidad financiera: recibirán un
interés por ahorrar/invertir. ¿Cómo afecta la incorporación de un sistema
financiero a nuestra economía? Para evaluar esta proposición compararemos la
utilidad de nuestro “agente atesorador” con y sin sistema financiero.
¿Qué implica este resultado? En términos
intuitivos implica que la existencia de un sistema financiero que ofrece el
pago de un rendimiento (r>0) por los ahorros/inversiones que realicemos monetarizan nuestro valor intrínseco por
atesorar. Es decir, ahora no solamente una unidad de consumo mañana es
intrínsecamente más valiosa para el individuo, sino que monetariamente lo es: un sol no consumido hoy equivaldrá
a (1+r) soles mañana, dicho sol en términos de hoy sería: (1+r)/(1+b) lo cual
sabemos es mayor a 1 (dado que z/(1+b)>1 y por la conclusión previa de que
(1+r)=z). Además, la existencia del sistema financiero incrementa la magnitud
en la que valoramos hoy una unidad de consumo futura pues ahora nuestra
valoración por unidad futura hoy estaría compuesta por: “el premio” del sistema
financiero (r>0) y nuestra valorización intrínseca por atesorar.
Pero, ¿y cómo entra aquí la denominación de
sistema? Pues, ese sistema en realidad es un mercado como cualquiera, donde
existen infinitos agentes con diferentes preferencias: algunos valorarán más
una unidad de consumo hoy ((1/1+b)<1) y otros lo contrario (como asumimos a
través de z/(1+b)). El rol del sistema financiero consiste en ser un
intermediario entre agentes que buscan dinero hoy ((1/1+b)<1) y otros que
buscan dinero mañana ((z/1+b)>1), de tal manera que ambos queden
satisfechos. Sin esta función de intermediario, las personas que prefieren
dinero hoy quizás no encontrarían a alguien (una persona que valore más el
mañana) que esté dispuesto a aceptar sus términos de contrato (montos y tasas);
o quizás por el contrario exista una persona que valore más el mañana y esté
dispuesto a prestar su dinero a cambio de una tasa r>0 pero no encuentre una
contraparte que esté dispuesta a aceptar sus términos de igual manera que en el
caso anterior.
De esta manera, el sistema financiero amplifica el bienestar de las
personas a través de su función como intermediario donde cada demandante
encuentra una contraparte y cómo amplificador de las preferencias que sostienen
los individuos otorgando un “premio monetarizado”.
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