Escribe: Mario Rivera
En pocas horas tendremos algunas luces sobre una decisión histórica para Escocia. La pregunta es simple, mas las consecuencias inciertas ¿ser o no ser … parte del Reino Unido? El referéndum es el producto de sentimientos de identidad, cuestiones históricas, e intereses económicos que llegarán a su clímax en las urnas de votación.
En pocas horas tendremos algunas luces sobre una decisión histórica para Escocia. La pregunta es simple, mas las consecuencias inciertas ¿ser o no ser … parte del Reino Unido? El referéndum es el producto de sentimientos de identidad, cuestiones históricas, e intereses económicos que llegarán a su clímax en las urnas de votación.

Específicamente con respecto a Escocia, esta forma parte del Reino Unido desde 1707 cuando se firmó el acta de constitución del país. Desde entonces la autonomía fue un tema en stand-by. Es en 2011 que se marca un cambio, pues el Scottish National Party (SNP), liderado por Alex Salmond, gana las elecciones con la consigna de crear un referéndum de autonomía. Este último se hizo efectivo, y la votación que marcará la posición definitiva de Escocia se realizará mañana.
Las campañas del Si (a favor de la independencia) y el No (en contra), han alcanzado un grado de incertidumbre increíble en los últimos días. La campaña había sido liderada por el No alrededor de toda la contienda; sin embargo, la última encuesta del 7 de setiembre de The Sunday Times, ubica a ambas partes en un empate técnico (Si: 51% vs No: 49%).
El tema económico ha sido evidentemente el gatillo de estos movimientos, y a continuación se presentan los principales puntos de análisis:
El petróleo y el gas natural del Mar del Norte constituyen el sector estratégico de mayor relevancia en la contienda. En la actualidad, se cobra un impuesto sobre la extracción de estos recursos. De optar por la independencia, no solo se eliminaría el impuesto, sino que con una gestión íntegramente escocesa de los recursos se podría destinar una parte como soporte para la economía. Salmond señala que si se destinara un décimo de los ingresos petroleros (alrededor de US$ 1,600 millones anuales en total), se podría crear un fondo petrolero similar al que existe en Noruega, que constituya una reserva soberana.
El importante PBI per cápita de Escocia es otro de los principales argumentos de los partidarios del No. Según datos de la OECD, Escocia se ubicaría en el puesto 14º del mundo en términos de este indicador. ¿Esto lo constituye como un país rico? El puesto es bueno, sin embargo cabe resaltar que Escocia es aún una economía pequeña, y que su relativa poca población tiene un efecto amplificador en este indicador (en términos de PBI total se ubicaría en el puesto 57 entre Irak y Bangladesh).

¿No más libra? Este es probablemente el tema más álgido en relación a la estabilidad de la economía escocesa. Salmond ha anunciado en repetidas ocasiones su deseo de mantener la libra esterlina como moneda de uso. Sin embargo, los tres principales partidos del Reino Unido (Conservador, Laborista y Liberal-Demócrata) han señalado y sustentado las desventajas de esta posible unión monetaria, por lo que no aceptarán la medida. El panorama es entonces incluso más incierto para Escocia, si adopta la libra sin una unión monetaria se queda sin la posibilidad de realizar manejos monetarios; por otro lado, es difícil adoptar el Euro, pues formar parte de la Unión Europea no es una posibilidad inmediata.
A pesar de las múltiples aristas del tema, el momento ha llegado. No hay tiempo para la vacilación, las urnas decidirán el nuevo camino para la nación escocesa en pocas horas. Ser o no ser … parte del Reino Unido, he ahí la cuestión.
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