“She transcends herself, her songs, the music, and the words.…It’s no longer Madame Edith Piaf who sings: it’s the rain falling, the wind sighing, the moon spreading her mantle of light.” – Jean Cocteau
Música y amor. Esas fueron las dos pasiones que guiaron la vida de Edith Piaf, conocida también como el pequeño gorrión. Con su ferviente pasión y su gran talento, se ganó el corazón de millones en el mundo y quedó en la historia como una gran artista francesa. Al cumplirse este año el centenario desde su nacimiento, el teatro de la Alianza Francesa lanza la obra “Piaf”, dirigida por Joaquín Vargas Acosta y protagonizada por Patricia Barreto. Con una conmovedora puesta en escena, se muestra la vida de la artista desde sus humildes inicios, hasta su triste final. Un pequeño vistazo por detrás del telón y algunas anécdotas de la môme piaf.
Piaf
Capturar toda una vida jamás fue tarea sencilla. Enfrascarla en un par de horas y transmitirla a una audiencia, mucho menos. Lograr interpretar a una mujer talentosa, intensa, apasionada y libre (cómo solo lo puede ser un gorrión), con todos los detalles que ello implica; casi tarea imposible…Pero en mi opinión, se logró. Cada escena fue de gran ayuda para poder entender la personalidad que se estaba descubriendo ante el público, poco a poco, sobre el escenario. La obra se presenta en dos tiempos. La primera parte se encarga de delinear todo el pasado de Edith Piaf, desde sus inicios como cantante en las calles de Paris, hasta sus presentaciones para los legionarios del ejército Alemán, en la segunda guerra mundial. En esta parte también conoce a Marcel Cerdan, el boxeador, quien sería el gran amor de su vida.
En la segunda parte, se ve a una Piaf con muchos amores, y una vida desenfrenada. Se ve cómo las drogas, el alcohol y las aventuras comienzan a tener implicancias en su vida y en su carrera, no permitiéndole realizar bien las presentaciones y, eventualmente, no permitiéndole cantar. Se ve la fragilidad de una mujer atrevida, se la ve herida, se la ve dependiente, se la ve con mucho temor a estar sola. Sin embargo; jamás se quiebra su espíritu, la voluntad y el carácter la mantienen en pie y dándole cara a todas las vicisitudes, con la misma actitud de siempre. Es una vida loca, con varios amores y varios problemas; mas sin arrepentimientos. Toda experiencia tuvo su lugar y debió ser así.
El dirección de Joaquín Vargas se dejó lucir en esta obra. Las interpretaciones musicales fueron muy buenas, así como el vestuario y la escenografía. Las canciones interpretadas por nuestra môme piaf peruana se dan con gran fuerza y pasión por Patricia Barreto, con una actuación igual de impecable. Se ve la versatilidad de actores como Nidia Bermejo, Carlos Cassella, Katerina D’Onofrio, Omar García, Armando Mayta, Sebastián Reátegui, Mariano Sábato, Gonzalo Tuesta y Carlos Victoria; relucir en el escenario. La obra estará en el teatro de la Alianza Francesa, hasta el 25 de Mayo. La información completa se encuentra en el siguiente link. Recomendada para amantes de la música, del teatro y para seres apasionados.
Bonus Tracks – Solo para curiosos
Marcel
Piaf y Marcel fue una relación extraña, pero intensa. Ambos se quisieron tremendamente. Fueron Abelardo y Eloísa. Edith “lo adoraba como a un dios”, “hubiese hecho cualquier cosa por él”, y “cuando no estaban juntos, ya no quería seguir viviendo”. Por otro lado, Cerdan admiraba profundamente a la cantante. En palabras de Carolyn Burke (biógrafa de Piaf): “Cerdan se enamoró del encanto de Piaf, su talento, y su convicción de que lo que más importaba era el amor apasionado.” Los años en los que tuvieron ese romance prohibido (pues Cerdan tenía esposa y familia), fueron los más creativos para Edith. “Hymne à l’amour” es una canción que habla del inmenso amor que sintió por él. Su muerte la devastó profundamente y fue una de las causas de su posterior desenfreno.
Edith, entre las aventuras que la llevaron a suspender sus giras, tuvo un choque que le rompió dos costillas. Tenía otros problemas de salud ocasionados por las drogas, el alcohol y las medicinas que tomaba. Estuvo mal por bastante tiempo, por lo que no podía cantar. Piaf le daba su vida al canto, y el no poder cantar era una tortura insoportable. Decidió incluso obedecer a los doctores y vivir una vida sana, pues sufría mucho en ese estado, tanto física como mentalmente. Sin embargo, insistía en que no se arrepentía de nada. Decía: “si tuviese que vivir mi vida nuevamente, lo haría de la misma manera”. El 24 de Octubre, Michel Vaucaire (escritor de letras) y Charles Dumont (compositor), le presentaron “Je ne regrette rien”, canción con la que se sintió identificada inmediatamente, y que pronto pronto se animó a grabar 5 días después y se convirtió en un clásico y uno de los grandes éxitos de los años 60. Ya decía Cocteau, que su gran voluntad y corazón la salvaban cada vez que la muerte iba a buscarla.
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