Escribo estas líneas mientras veo la secuela de 300 desde mi alcoba y no dejo de pensar en la despampanante Eva Green y, claro, la desigualdad de fuerzas entre griegos y persas, el convencimiento de Jerjes, hijo del rey Darío, en que era un dios y su ejército, el más numeroso del mundo era la fuerza más inconmesurable y capaz de someter al mundo. Siglo XXI, año 2015, los actores han cambiado un poco (de Esparta no queda nada y de Grecia ni un euro), las guerras ya no son con espadas y flechas, pero las motivaciones y los temores a la guerra, como la indudable belleza de Eva Green, perduran. Y todo alrededor del que otrora fuera el Imperio Persa y que aún hoy es percibido como el invasor y el villano, ese monstruo (según algunos) llamado Irán. Y las ejércitos de 10,000 inmortales no son nada frente al arma nuclear.
Desde hace más de 10 años, ad portas de la toma de la presidencia por Mahmoud Ahmadinejad, Irán inicio un polémico plan de enriquecimiento de uranio para generar energía nuclear. La situación sería como la de la planta del Sr. Burns en Springfield si no fuera por el historial nacional y regional de Irán y Medio Oriente. Este país, junto a Iraq, Líbano y Yemen, es de los pocos de mayoría musulmana chiíta, lo cual le ha ganado la enemistad histórica de Arabia Saudita (aliado y proveedor de EE.UU. y las potencias de Occidente); asimismo, Irán mantuvo una línea claramente contraria a la existencia del Estado Israelí y es bien sabido su vínculo con Hezbollah y Hamás, aparte de su alianza estratégica con Venezuela y Cuba.
Caldo de cultivo Teherán para una marcada enemistad con Washington. Ya EE.UU. tenía a Irán en su exclusiva lista de países que apoyan al terrorismo (junto a Cuba, Siria y Sudán) y había motivado la decisión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para colocar sanciones económicas a Irán por su programa nuclear, congelando sus cuentas en el extranjero y forzando un duro bloqueo económico y diplomático.
Pero los tiempos cambian querido lector (no así Eva Green), y las circunstancias conducen a escenarios antes impensados. A la salida de Ahmadinejad, patasa de Chávez, llega el más aparentemente más conciliador Hasan Rohani y éste no se encuentra con un George W. Bush sino con un tal Barack Obama en la Casa Blanca. Ante la atónita, mas iracunda, mirada del Primer Ministro Benjamin Netanyahu, Irán y las potencias mundiales del P5 (EE.UU., Reino Unido, Francia, Rusia y China) y Alemania iniciaron negociaciones para un pre-acuerdo nuclear y garantías de seguridad internacional, siendo que Irán no ha firmado el pacto de no proliferación de armas nucleares y el mapa de Medio Oriente, con ISIS y las guerras civiles que lo bordean en punto de ebullición. Casi dos años de diálogos conducen a Abril de 2015 y el punto más cercano a un acuerdo: limitar el programa nuclear a funciones civiles y permitir la supervisión de técnicos internacionales a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales a la tierra de Ali Karimi y compañía.
Nunca tan dinámica y cambiante como hoy la política internacional querido lector. ¿Qué hay detrás de estos posibles acuerdos entre los que se llamaban “el Eje del Mal” y los “infieles occidentales”? La razón práctica más saltante de la aceleración de negociaciones con Irán es que en Medio Oriente ya se debe lidiar con las amenazas de los radicales islamistas disfrazados tras la fachada de ISIS y grupos rebeldes en Siria, Libia y Yemen, y una “paz” con los iraníes al menos resta un potencial enemigo beligerante… ojo que algunos especialistas sugieren que el apoyo a Arabia Saudita fue justamente lo que potencio fortalecer a ISIS como contrafuerza a Irán, pero el tiro le salió por la culata a las potencias occidentales. Estas negociaciones también son resultado de un claro viraje en la política extranjera de EE.UU., no solo a partir del diálogo con Irán y últimamente Cuba, sino el fin a su silencio frente a la violación de derechos humanos en países petroleros a los que antes pasaba franela, como Venezuela. Además, bajo la administración Obama, ha habido un distanciamiento entre EE.UU. e Israel a pesar de la mediación de AIPAC y demás colectivos judíos en Gringolandia, en buena parte ello por la radicalidad derechista de Netanyahu y también por el desgaste de la opinión pública estadounidense respecto a intervenciones militares o intromisiones como las de Iraq y Siria (a la cual casi bombardean como Vietnam o una partida de Call of Duty Modern Warfare).
Lo cierto es que el avance de las negociaciones tiene aún más funciones subyacentes y medio caletas, como que las noticias de un potencial pre acuerdo llevan a la caída del precio del petróleo en los mercados internacionales y ello perjudica a Rusia (nice one Barack!), o que los acuerdos en realidad buscan mover los fondos de Irán para inversiones en la recesada Europa. Lo cierto es que Rohani afirmó este martes 14 que Irán solo firmará si se levantan las sanciones, Putin ya está dispuesto a mandar misiles que se habían negociado con Teherán previo a las negociaciones (nota a los vende-humos y alarmistas: son misiles de defensa como el Domo de Hierro, no sean paranoicos por favor) e Israel se ve más presionado que nunca. Claro está en que en tierras Yankees, donde se prepara el escenario para las elecciones presidenciales, los republicanos van sumando puntos con el electorado que exige volver a una posición más dura y de liderazgo que el país ha perdido en los últimos años.
Todo es posible y, como Eva Green, es hermoso.
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