Escribe: Santiago Paz
Entre memes, bromas y outsiders, todavía no escucho propuestas concretas sobre el problema de la centralización en el Perú y cómo enfrentarlo. Por mi parte, un arequipeño que vive ahora en Lima, deseaba desde hace mucho hacer un balance entre las principales percepciones que tengo del problema y algunos lineamientos que surgen de aquella mirada. No en un afán de enfrentamiento, sino con una mirada conciliadora y constructiva, que responde en gran parte a una necesidad compartida (Lima necesita descentralizarse tanto como las regiones) pero no igualmente reconocida ni afrontada. Además, como aficionado orgulloso del FBC Melgar de Arequipa, campeón nacional de fútbol del 2015, recordaré algunos hechos vividos para darle emoción deportiva al presente análisis y brindarle su merecido homenaje a este club de 100 años de vida institucional.
Entre memes, bromas y outsiders, todavía no escucho propuestas concretas sobre el problema de la centralización en el Perú y cómo enfrentarlo. Por mi parte, un arequipeño que vive ahora en Lima, deseaba desde hace mucho hacer un balance entre las principales percepciones que tengo del problema y algunos lineamientos que surgen de aquella mirada. No en un afán de enfrentamiento, sino con una mirada conciliadora y constructiva, que responde en gran parte a una necesidad compartida (Lima necesita descentralizarse tanto como las regiones) pero no igualmente reconocida ni afrontada. Además, como aficionado orgulloso del FBC Melgar de Arequipa, campeón nacional de fútbol del 2015, recordaré algunos hechos vividos para darle emoción deportiva al presente análisis y brindarle su merecido homenaje a este club de 100 años de vida institucional.
Según cifras de la INEI, Lima concentra el 45.2% del PBI nacional, es decir, casi la mitad del total de bienes y servicios producidos en el país. En un espacio reducido están ubicados las élites económicas del país, lo que también viene de la mano de una gran concentración del poder político y un desarrollo desigual. El mismo auge de Acuña - incomprendido por muchos - se puede relacionar en parte a este desbalance entre la concentración política en Lima y aquel vacío regional (el hecho que los candidatos “recorran” el país no implica que dejen de ser asociados a una clase política capitalina), lo cual permitió el crecimiento y consolidación de APP (Alianza Por el Progreso, partido de Cesar Acuña). Así, desde nuestro papel de jóvenes y considerando estas situaciones, ¿qué podemos exigir?, ¿qué proponemos?, y ¿cómo consolidar aquel titubeante y tímido proyecto descentralizador?
Regresemos a las finales del campeonato nacional entre Melgar y Cristal. En Arequipa se vivía intensamente y en las redes sociales se mencionaba múltiples veces que se trataba un enfrentamiento entre Arequipa y Lima (o Perú), un desafío que iba más allá de lo deportivo y representaba un desafío de la ciudad sureña ante el poderío económico limeño[1]. Detrás del deporte existían muchas otras revanchas y lo entiendo plenamente. En la historia del fútbol profesional peruano todos los campeones fueron equipos limeños (¿coincidencia) excepto Melgar en 1981, cuando las etapas finales se jugaban íntegramente en Lima (¿justo?) y en el 2011 cuando fue campeón Juan Aurich de Chiclayo. Del deporte a la economía y la política el salto no es tan grande cómo se podría pensar.
La ciudad celebró como pocas veces se había visto... fue una victoria que iba más allá de lo deportivo |
Así como en el deporte, el primer paso para la descentralización es… ¡creérnosla!: somos un país diverso con un gran potencial fuera de Lima. Se necesita desacoplar la estructura de poder centralizada en una sola ciudad del país y así lograr reducir las brechas de oportunidades y desarrollo en el territorio nacional. Los desafíos que enfrenta el proceso de descentralización son grandes y requiere de decisiones acorde a las realidades regionales, muy diferentes a las de la capital del Perú. Sin embargo, no todos reconocemos eso. La Secretaría de Descentralización adscrita a la Presidencia del Consejo de Ministros no cuenta con las capacidades suficientes (¿habían escuchado de ella?) y más allá de las buenas intenciones, los peruanos seguimos sintiendo que vivimos en un país sumamente centralizado y desconfiamos mucho de la capacidad de las regiones. Además, dado que no se puede controlar las migraciones, problema relevante para Lima, se deben colocar los incentivos adecuados para promover el desarrollo regional, por ejemplo, con programas bien focalizados que resuelvan los problemas locales. No se trata sólo de destinar recursos a órganos subnacionales, sino de fortalecerlos institucionalmente.
Todo ello debe venir acompañado de un factor que suelo repetir y no siempre se considera: la identidad. El éxito de Melgar este año, más allá del orgullo arequipeño, reflejó un sentimiento olvidado. No todos los días tengo la oportunidad de cantar el himno de Arequipa dos veces en el estadio Nacional y atreverme a escribir sobre descentralización. Estoy convencido que en muchas otras regiones también tienen guardado los recuerdos y la herencia regional, aquella que debe ser traída y recordada para sentar las bases de la descentralización. En el deporte, Arequipa, amparada en su tradición, quiso “balancear” el poder limeño: así también se necesita en otros sectores. Es bueno para las regiones, es bueno para el Perú y es también bueno para Lima, que cada vez sufre más de contaminación y tráfico. Así como Melgar celebró, ojalá que no sólo celebre Arequipa, ¡que celebre todo el Perú cuando seamos un país más descentralizado!
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