Escribe: Diana Vásquez Villanueva
"Por una sociedad más justa, en la que ya no haya que luchar por nuestros derechos. Por un mundo en el cual ya no haya marchas ni protestas, sino fiestas donde podamos celebrar que estamos vivos."
La culpa es un veneno que se genera en nuestro interior.
"¿Qué hice?"
"Yo lo provoqué"
"No debí salir así"
Preguntas y auto-respuestas que van y vienen, torpes, sin parar.
Superficiales, como pedazos de papel en un torbellino de vacío.
De pronto, dejas hasta de hablar contigo misma, dejas de mostrarte al mundo.
Silencio. Absoluto silencio.
¿Qué pasó?
Un golpe, eso pasó. Uno que te quebró desde tu interior. Lo sientes.
Se te nota.
Esa repentina seriedad mientras caminas tras sentir que alguien te mira...
Esos nervios y cómo aceleras el paso al atravesar un parque oscuro...
Esas ganas de huir cada vez que ves a un hombre borracho en algún bar...
Ese miedo a volver a casa y no poder estar en paz.
Cambiaste.
El dolor de la injusticia y la impotencia te apagó.
Sea como sea que te haya tocado la violencia, te volvió un poco más insegura.
No importa en qué te escudes, te escudas y eso es lo que importa.
Ya no te bastas, ya no te valoras tanto como antes.
Y es que allá afuera hubo más de uno que no supo ver que él y tú eran de la misma raza, humana.
Cuánta ignorancia, cuánta tristeza.
Qué pena que siendo tan iguales, no podamos ver que sólo hacemos daño marcando y enseñando diferencias.
No a todos nos despierta el dolor.
No todas nos levantamos más fuertes de las caídas. El ave fénix es una especie en extinción.
No a todas nos resbala un piropo atrevimiento de un desconocido.
No todas tenemos toda la energía del mundo para brillar. Hay estrellas que mueren más jóvenes.
La violencia puede venir de cualquiera y de mil formas. Pero lo peor es cuando nos hace tanto daño que nos lleva a dañarnos a nosotras mismas. A todas nos puede haber tocado, en mayor o menor medida, o simplemente de manera distinta. Y depende de cómo nos toque, nos es más fácil o difícil recuperarnos de su impacto. Es cierto, a algunas tal vez solo nos han gritado algo en la calle, o nos han querido forzar a algo que nosotras no queríamos; pero a otras nos han violado y hasta nos han matado. Y la violencia sólo trae más violencia. Es difícil buscar paz dentro de nosotras mismas en medio de tanto dolor, de tanta impotencia y de toda la rabia. Aun así, logramos salir adelante, a veces solas, a veces con ayuda de ángeles menos dos alas que nos empujan a sonreír una vez más, genuinamente. A todos ellos, gracias.
Desde donde podamos, hagámosle frente al odio y a la violencia.
A propósito de la marcha que habrá este 13 de agosto, digan que se está haciendo sólo porque el tema es mediático o que no vaya Phillip Butters porque es un misógino asqueroso. Digan lo que quieran, están en todo su derecho a opinar. Pero vayan, por favor, vayan. Tal vez no podamos cambiar al Perú en un día, tal vez haya otros problemas estructurales como la corrupción en el sistema judicial. Pero, vayan, porque así lograremos decirle al mundo, a la prensa, a la clase política, a los educadores, a los padres de familia, a nuestra propia familia, a nosotros mismos, que estamos en contra de la violencia. No importa qué sean, pero vayan.
Creo que en la vida uno siempre debe extender una mano y el corazón. Así de simple.
Autor: Liniers |
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