Querido lector, esta no es una receta mágica, pero sí un poco de autorreflexión y ayuda para el corazón (como prefieras verlo) y como es característico de freakonomics, te quiero explicar 3 dilemas femeninos hablando mi lenguaje. En las clases de economía generalizamos modelos para individuos representativos y agentes racionales, aquellos que tienen preferencias claras y cuyo objetivo es maximizar sus valores esperados. Luego de un proceso reflexivo con unas amigas llegamos a la conclusión que al menos ninguna de las 3 encaja en el individuo representativo… (#Alerta).
Al caracterizar a una mujer hay diferentes elementos para tener en cuenta, pero acá, algunas de las ideas a las que llegamos y que luego contrasté con algunos amigos. Todo lo que diré es una generalización, si eres hombre, de repente sales un poco más asustado y si eres mujer, de repente te sirve para reflexionar un rato sobre tus actitudes o simplemente decir NO NO NO NO… algunas de nosotras por lo menos caemos en algunos de estos patrones de comportamiento y tengo que reconocerlo:
1. Nos gusta que nos adivinen las cosas #SorryNotSorry
Si eres mujer y estás leyendo esto, no podrás negarlo… De hecho no hay mucha discusión para poder decir si es que es verdad o no, al fin y al cabo a todas en algún punto (deja de negarlo) nos gusta no tener que decir lo que queremos porque esperamos que los demás nos conozcan… Y claro, cuando todo sale bien, tiene su encanto, pero cuando todo sale mal, es más parecido a una escena en la que liberan al kraken, o lo que es peor: silencio, solo silencio y una cara de “¿Estás seguro que quisiste decir eso …?” Adivinar que queremos no solo implica que sepan la respuesta a lo que nos gustaría, implica que se den cuenta si estamos molestas, tristes o algún estado dentro del rango de nuestra volatilidad emocional. Entonces, ¿qué sucede? En este tipo de situaciones estás bajo un claro problema de preferencias reveladas, bajo el cual podrías discernir el comportamiento de una mujer en base a su comportamiento previo… “¿Acaso no me conoces?” Aunque claro, algunos lo podrían caracterizar un poco más como un problema de asimetría de información en la medida que ambas partes no cuentan con la misma información, con lo cual, lo más fácil sería decir que queremos, ¿No? ERROR, a veces no es tan fácil como lo pintan… “Pero dime que te pasa, te conozco, no soy adivino”. Acá hay unos problemas: 1. A veces ni nosotras mismas sabemos que queremos, 2.Nos engreímos, 3. Deberías saber... Este tipo de situaciones se aplica para diferentes momentos de la vida cotidiana, cuando salimos a comer, tenemos la expectativa de que el hombre nos resuelva el costo cognitivo de decidir porque desde un principio, nunca supimos que queríamos, solo sabíamos que NO queríamos comer… porque obvio, es mucho más fácil decir lo que no quieres, ¿No? :P
Si eres mujer y estás leyendo esto, no podrás negarlo… De hecho no hay mucha discusión para poder decir si es que es verdad o no, al fin y al cabo a todas en algún punto (deja de negarlo) nos gusta no tener que decir lo que queremos porque esperamos que los demás nos conozcan… Y claro, cuando todo sale bien, tiene su encanto, pero cuando todo sale mal, es más parecido a una escena en la que liberan al kraken, o lo que es peor: silencio, solo silencio y una cara de “¿Estás seguro que quisiste decir eso …?” Adivinar que queremos no solo implica que sepan la respuesta a lo que nos gustaría, implica que se den cuenta si estamos molestas, tristes o algún estado dentro del rango de nuestra volatilidad emocional. Entonces, ¿qué sucede? En este tipo de situaciones estás bajo un claro problema de preferencias reveladas, bajo el cual podrías discernir el comportamiento de una mujer en base a su comportamiento previo… “¿Acaso no me conoces?” Aunque claro, algunos lo podrían caracterizar un poco más como un problema de asimetría de información en la medida que ambas partes no cuentan con la misma información, con lo cual, lo más fácil sería decir que queremos, ¿No? ERROR, a veces no es tan fácil como lo pintan… “Pero dime que te pasa, te conozco, no soy adivino”. Acá hay unos problemas: 1. A veces ni nosotras mismas sabemos que queremos, 2.
2. Nuestras expectativas a veces nos matan (y también a ustedes)
Esta idea está un poco relacionada con el hecho que puede que caigamos en el error (?) que nos guste que nos adivinen las cosas o también porque esperamos “detalles”… “¿De repente espero mucho…?”. Te haces esta preguntas y de ahí llega tu amiga y te suelta un “weona…pero es un tarado, como no se da cuenta. No estás pidiendo mucho…”. Será verdad, será mentira, depende de la situación… pero a veces nuestras expectativas nos juegan una mala pasada y finalmente a los hombres también.
Basándonos en la teoría de las expectativas racionales, se entiende que las predicciones del valor futuro se basan en la información disponible y las experiencias pasadas, además estas expectativas afectan los resultados a futuro. A ver… en las relaciones amorosas juegan dos partes… En cuanto a la información disponible y experiencias pasadas, las mujeres debemos dejar en claro si somos “ese tipo de mujer que ama los detalles” y tener en cuenta si es que nuestro chico “es de esos hombres detallistas”. Las expectativas racionales también nos indican que las expectativas de los agentes pueden ser individualmente erróneas, pero en promedio correctas. En mi lenguaje… ¿esperar mucho es un error? Bueno, de nuevo.. depende (estudio economía no me juzgues). Individualmente podríamos estar cayendo en el error pero en promedio las mujeres sabemos que este es un problema a veces. El problema de expectativas puede deteriorar bastante una relación en el sentido que genera peleas innecesarias o por el contrario, mucha felicidad porque las sorpresas logran sacarte las sonrisas. Ahora, también las sorpresas pueden derivar a otro problema, en el sentido que dada vez la valla está más alta y empezamos a esperar más y más… Entonces, ¿dejar los detalles? ¿dejar las sorpresas? NO. Las relaciones pasan por etapas y hay que saber manejar este balance entre detalles y expectativas. Una alerta a la que debemos estar atentas es saber distinguir cuando ya nos estamos engriendo mucho (puede pasar), lo que deteriora la relación. Ahora claro, también sucede que hay hombres que no se esfuercen mucho así que colabora pues… Si no caes en ninguno de estos rangos, estrellita para ti. Recomendación: procura que tus expectativas sean racionales ante todo (información y experiencias pasadas… conoce a la persona con la que sales). Si estás pasando por un problema de “expectativas altas”, te diría que realmente evalúes tu situación porque puede que no estés apreciando las pequeñas cosas, de repente no estás con un galán detallista, pero se esfuerza y te quiere, ¿acaso eso no es lo que cuenta? (#ultragay).
3. Mi costo de oportunidad: Me voy a demorar más en elegir #DealWithIt
No es por molestar, no es porque queramos hacerles una prueba de paciencia. En general nuestro comportamiento como consumidoras es diferente al de los hombres. Los hombres suelen decirnos “Cuando sé que quiero, voy directamente ahí y lo compro”, MENTIRA. Llévalos a la tienda que más les gusta y mira la transformación… Pero sí, lo reconozco, en promedio si vamos de compras nos demoraremos más. Puede que esto nos suceda para una mayor variedad de bienes que a los hombres, sobretodo cuando implica elegir algo para comer y comprar ropa por ejemplo. Acá entran muchos factores en cuenta, pero principalmente es que las mujeres pensamos más en nuestro costo de oportunidad… ¿qué pasa si encuentro algo mejor y más barato o que me guste más? Nos tenemos que dar un paseo por todas partes para asegurarnos que esto no sea así. Una idea adicional que me hizo reflexionar, y no he podido comprobar mi teoría, que solemos pensar más en el “qué hubiera pasado sí”, no digo que esta sea una característica de todas las mujeres, pero queda claro que el concepto de costo de oportunidad no solo aplica al momento de consumir.
En conclusión, sí, somos complicadas, tenemos nuestros lapsus mentales y sobre analizamos las cosas, le buscamos “tres pies al gato”. Pero en el fondo, si no lo fuéramos tanto, las cosas no serían tan divertidas. Es parte de nuestro encanto. Lo complicamos todo y al mismo tiempo no podemos evitarlo. Nos encanta que nos sorprendan, a veces nuestras reacciones no son las que ustedes esperan, pero así nos entendemos entre hombres y mujeres; ustedes dicen que somos complicadas y nosotras decimos que ustedes no nos entienden :3 Y así el universo sigue adelante…
Quiero hacer un agradecimiento especial a Lúcero “la chica actual”, un gastronómade (https://www.facebook.com/gastronomadespe/?fref=ts) dos chicas beliebers y al siempre acertado anónimo por sus aportes en las ideas presentadas en este post.
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P.S: Btw... con todo respecto, no me gusta Arjona... Fue una sugerencia aceptada <3
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