jueves, 5 de enero de 2017

El costo de ser mujer con aspiraciones


Escribe: Lucero Quispe
 
Una de mis series favoritas (sí, aquella que podría ver una y mil veces) es Sex and the City. Para algunos desconocedores, la serie va más allá de su nombre (¡en serio!) y, tal vez sin intención alguna, continúa tocando temas que, luego de casi 15 años de ser transmitida, se mantienen inalterables. #EfectosFijos #GraciasTBS. 

Una de mis amigas favoritas es Miranda Hobbes. Y es que a diferencia de la enamoradiza e ingenua Charlotte, Miranda destacaba por tener los pies en la tierra, especialmente en su trabajo como abogada. Ella tenía objetivos claros como convertirse en socia de los estudios de abogados más prestigiosos de New York. Sin embargo, Miranda también enfrentaba otros problemas a raíz de sus aspiraciones: no encontraba citas, lo que la llevaba a definirse como “solterona”. 


Su personaje, que ya bordeaba los 30 y tantos, solía quejarse y resaltar el hecho que ser una mujer exitosa y con trabajo, al parecer, no era una condición que la mayoría de hombres buscara y apreciara. Por ejemplo, en uno de los capítulos, al participar en “citas rápidas”, la abogada de Harvard no encontraba resultado alguno al mencionar sus éxitos profesionales, sin embargo, todo cambia cuando comienza a decir que era azafata. Si bien ya pasó mucho tiempo de ser transmitido, actualmente ¿se seguirá cumpliendo lo que experimentó Miranda?, ¿qué tanto afecta el hecho de ser mujer y tener metas más ambiciosas que un hombre? ¿Los caballeros las prefieren “brutas”? 


Para poder responder a estas preguntas, Voz Actual se basa en un par de estudios recientes #SacaditosdelHorno. Lamentablemente, y para la no sorpresa de algunas, la realidad de Miranda se sigue cumpliendo hasta estos años. En nuestros días, las mujeres exitosas todavía seguirían siendo penalizadas en el mercado del matrimonio.

Por ejemplo, un estudio realizado por tres economistas estadounidenses descubrió en una encuesta de carrera de un programa de MBA que las mujeres solteras respondieron con objetivos salariales más bajos y niveles aceptables de viajes de trabajo porque creían que sus respuestas iban a ser visibles para su demás compañeros #ShameOfYou. Otro estudio en Suecia –país caracterizado por impulsar políticas de igualdad de género- encontró que las mujeres que asumen posiciones de liderazgo en política o negocios, duplican sus probabilidades de divorciarse.

Al parecer, el “romance penalty” que las mujeres ambiciosas y exitosas sufren ya ha sido documentado antes. Ray Fisman de la Universidad de Columbia, realizó hace una década un experimento de campo. En este, estudiantes de la universidad participaron en citas rápidas en un bar cerca al campus. Lo que encontró fue que las mujeres que tendían a ser calificadas con objetivos ambiciosos, conseguían menos citas.

El estudio norteamericano se resume como el hecho de que las mujeres –incluso aquellas que ya habrían demostrado una gran vocación de superación al inscribirse a una escuela de negocios de élite- tienden a minimizar su ambición en público. El estudio sueco, por su parte, concluye que las consecuencias de ser mujeres con ambición serían más graves que tener menos citas durante la vida universitaria. 



El estudio gringo norteamericano

En su estudio de ambiciones de carrera en mujeres que hacen MBA, los economistas Leonardo Bursztyn, Thomas Fujiwara y Amanda Pallais utilizaron los datos de una encuesta de estudiantes recién matriculados en una escuela de negocios de élite.

Los estudiantes fueron asignados aleatoriamente para recibir una de dos encuestas que eran idénticas, excepto por una condición: algunas eran privadas y otras públicas. Aquellos que recibieron la encuesta “privada” fueron informados que sus respuestas serían anónimas y que serían discutidas de forma general en clase. Los que recibieron la versión “pública” fueron informados que sus respuestas serían discutidas en clase de forma individual. #AhQuéVivos

El hecho de que sea privada o pública tuvo gran efecto en las respuestas de los estudiantes, especialmente en las mujeres solteras. Así, las mujeres que recibieron la encuesta pública informaron que su salario deseado sería, en promedio, alrededor de US$ 112,000, mientras que las que recibieron la encuesta privada reportaron un sueldo promedio de US$ 130,000.

Cuando se les preguntó con qué frecuencia estarían dispuestos a viajar, los encuestados dijeron menos de 7 días al mes, en comparación con casi 14 días para los encuestados privados. Las mujeres no solteras reportaron el mismo salario objetivo y la misma cantidad de viajes en ambas encuestas. El efecto de si la encuesta era privada o no se notó más que todo en las mujeres solteras. De esta forma, los economistas interpretaron sus resultados como el “deseo de las mujeres solteras por parecer preparadas para casarse ante los ojos de sus compañeros de clase”. Según los mismos autores, las mujeres solteras evitarían comunicar acciones que podrían ayudar en su carrera, pero tendrían consecuencias negativas en su probabilidad de casarse. #PrefieroMiMBA #AlCaboQueNiQuería. 

El estudio sueco

Este estudio fue realizado por Olle Folke y Johanna Rickne (ambos pareja, paradójicamente). En este, llegaron a la conclusión que conforme la carrera femenina progrese sería perjudicial para su matrimonio.

Esta investigación pudo llevarse a cabo “fácilmente” debido a que Suecia mantiene toda clase de registros de sus ciudadanos, así que Folke y Rickne se concentraron en recolectar información sobre los matrimonios de políticos aspirantes. Sin embargo, el problema con la data es que las ambiciones políticas no son asignadas al azar. Es decir, un parlamentario, por ejemplo, tendrá que pasar más tiempo en la capital del país, y por lo tanto más lejos de su casa.

Para identificar un efecto causal de tomar un trabajo político de alto poder, el paper compara las tasas de divorcio de los políticos nacionales que apenas ganaron las elecciones en el parlamento frente a los que perdieron la elección. Los candidatos que apenas ganaron son esencialmente iguales que los que apenas perdieron (la única diferencia son algunos votos), por lo que se acerca a un muestra escogida al azar.

Los autores encontraron que las tasas de divorcio de los ganadores y los perdedores son idénticas antes de la elección. Pero inmediatamente después a estas, la tasa de los ganadores se duplica en relación con la de los perdedores. (En el estudio también encuentran un impacto similar en el divorcio al convertirse en CEO, pero a diferencia de la competencia política, es difícil de discernir cuando ganar un trabajo corporativo superior era tan bueno como al azar.) Así, Folke y Rickne argumentaron que el éxito repentino de las mujeres pone más presión sobre los matrimonios en los que los hombres están acostumbrados a desempeñar un papel más dominante en la fuerza de trabajo. Asimismo encontraron por ejemplo, que el efecto es mayor en los casos en que la promoción da lugar a que la mujer se convierta en la fuente dominante del hogar. 


Sí mi estimado lector@, aún existen diferencias y las normas sociales siguen desempeñando un papel importante. Incluso en Suecia (país más desarrollado en cuanto a leyes y medidas de equidad de género), sólo un tercio de los candidatos políticos son mujeres y menos del 16% de aspirantes a CEO son féminas. En el Perú, esta realidad es similar. Aún queda mucho trabajo por hacer. Si bien los resultados no pueden ser generalizados y no se pretende decir que todos se sienten intimados por una mujer con grandes aspiraciones, la estadística no miente. La única recomendación es no temer y aspiremos a todo lo que creamos posible, ¿tenemos los medios y las capacidades? Entonces, ¡hagámoslo!




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