martes, 3 de mayo de 2016

¿Bajar el IGV? Tampoco tampoco

Escribe: Tomás Reto

¿Renunciarías a tu chamba, sin un plan B infalible, con muchos hijos por los cuales velar? Yo no la hago. Bajar el IGV confiando en que “otras medidas”, cuya efectividad es difícil de comprobar, compensarán la caída de casi 3 mil millones de soles de ingresos fiscales es una arriesgada apuesta que no estamos en condiciones de jugar, en mi opinión, especialmente cuando se compromete el presupuesto que financia los servicios públicos del país y nos encontramos en un entorno de precios internacionales desfavorables. Esto te lo contamos en el siguiente artículo, con la osadía que nos caracteriza.


Una complicación de los que toman medidas económicas es que ellos no pueden experimentar antes de tomar la política: los resultados se ven en la cancha. Cada paso que dan debe ser muy bien pensado y lo más seguro posible, porque un error de política impactaría a millones de personas.
Según información de SUNAT, la recaudación de IGV en el 2015 fue de S/. 51, 668 millones de soles, el 53% de los ingresos totales del Gobierno Central. PPK propone bajar la tasa progresivamente a 15%, desde el 18% actual. Si el IGV hubiese sido 17% en el 2015, la recaudación se hubiese reducido (sin considerar efectos colaterales, por ahora) en S/. 2 870 millones de soles. Esta pérdida en el 2015 es mayor al presupuesto total del Estado asignado al Programa Techo Propio, Qali Warma, Juntos, Pensión 65, entre otros.
Los defensores de la reducción del IGV te dirían: OK, pero esa reducción promueve la formalidad, incentiva el consumo porque da más disponibilidad de dinero en los bolsillos, entre otros. La pregunta es entonces, ¿Qué hace que las empresas sean informales? ¿Por qué se recauda poco?
Ahí, donde desayunas, defraundan al Estado
Primero, por nosotros mismos los consumidores. Estoy seguro de que ustedes conocen más de un restaurante que vende como cancha pero que no entrega boleta. No entregar boleta no solo defrauda al Estado en el pago del IGV, sino que al vender “menos”, el Impuesto a la Renta es menor. Pero, en segundo lugar, el problema está en lo complicado que resulta para una pequeña empresa a entrar al mercado formal.

El reto está ciertamente en reducir la informalidad, pero el IGV no es el camino más seguro, al menos no como primera medida. Imaginemos a una señora que vende su menú a S/. 10 soles porque el mercado no paga más que eso. Si entregara boleta, solo recibiría S/. 8.48 soles con el 18% de IGV, pero si fuera 17%, recibiría S/. 8.55 soles, siete céntimos más. Si vende 1 000 menús al mes, el ahorro que tendría con la rebaja de IGV sería de solo S/. 70 soles al mes. ¿Eso la haría formalizarse o en realidad lo que le desincentiva su formalización es el costo total de aproximadamente S/. 1 450 soles por entregar boleta? Yo me inclino por la segunda respuesta.

La señora no se formaliza porque le resulta caro, dado su nivel de ingresos, contratar trabajadores a la legal, pagar su IR, pagar todo el IGV, tramitar, entre otros. Pero bajar el IGV, al ser un impuesto genérico, reduce en muchos céntimos la recaudación de todas las compras del país. Cuando sumas dichos céntimos, el fisco se complica.
Ser formal, valgan verdades, no es gratis
Ahora, es cierto que reducir el IGV podría compensar ingresos fiscales por dos vías, al menos. En primer lugar, el dinero extra disponible de los consumidores que pagan IGV se iría a gasto de consumo, lo cual generaría más recaudación tributaria. Además, esos S/.70 soles de mi ejemplo podrían ser significativos para incentivar la formalización. ¿Pero la gente no podría ahorrar, en vez de gastar más? ¿Realmente se formalizarían las empresas? ¿Las empresas reducirían su precio final para compensar la reducción de IGV, o en realidad lo mantendrían? El impacto real de la medida es muy incierto, depende de muchas variables y tiene evidencias a favor y en contra, y justamente por eso arriesgar nuestra mejor herramienta de recaudación es una apuesta compleja, cuando se podría intentar buscar otras medidas de mejora de recaudación o de formalización sin jugar con el IGV.

PPK y Keiko, cada uno a su manera, proponen medidas generales y particulares para reducir la informalidad. No va a ser fácil, de lo contrario no tendríamos los niveles de informalidad que tenemos a pesar de todos los esfuerzos que se han hecho.

Buscar obtener los beneficios de la disminución del IGV, en mi opinión, solo se debería intentar cuando hayas asegurado fuentes de ingresos nuevas, y no confiando en que tus políticas “lo lograrán”. Recordemos que la reducción del IGV de 19% a 18% en el 2011 fue en un entorno de precios internacionales favorables, que compensaban fuentes de ingresos. Si PPK logra ampliar la base, pues adelante, se encontraría con el espacio fiscal para poder bajar el IGV. Pero bajarlo así nomás, a la par de la aplicación de otras medidas, es una apuesta que creo no estamos en condiciones de seguir. No por ahora.

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