miércoles, 11 de mayo de 2016

Sin lugar para los castañedas: Sadiq Khan y el London Calling por el cambio

Escribe: Youssef Abi-fadel

Hay un nuevo alcalde en Londres, por fin alguien que puede darle un nuevo respiro a una urbe hasta hoy administrada por el extremista antieuropeo y racista Boris Johnson, algo así como un Donald Trump pero con una dentadura bastante típica y un peinado para nada producido. Lo sorprendente no es el cambio por el cual finalmente optaron los londinenses (aprende Lima), sino a quién eligieron. “Soy un londinense, un europeo, un británico, un inglés, soy un creyente de la fe islámica y me enorgullezco del patrimonio de Pakistán, soy un padre y un esposo, soy un sufrido hincha del Liverpool. Soy todas esas cosas.” Su nombre: Sadiq Khan, laboralista de 45 años que derrotó la campaña de terror y racismo de su rival conservador, Zac Goldsmith, apoyado vergonzosamente por el propio PM David Cameron, y que se ha convertido en el primer alcalde musulmán de una capital europea. Sadiq Khan, un nombre que debes recordar.


El nuevo alcalde nació en el distrito de Tooting, al sur de Londres, un barrio de clase media baja en el que hay múltiples complejos de viviendas públicas. Es el quinto de ocho hijos, su padre era chofer de autobús y su madre era costurera. El ascenso de Khan en política, como llaman algunos, un trabajo de hormiga y largo trecho, siendo su barrio de origen el bastión electoral desde el que partieron sus ambiciones. En 2005 fue elegido como miembro del parlamento y en 2008 fue nombrado ministro para las Comunidades. En 2009, bajo el mandato de jocoso Gordon Brown, se convirtió en ministro de Transporte, que sin ser una cartera de alto rango le permitió ser el primer musulmán en asistir a reuniones del gabinete y ser admitido en el Privy Council bajo juramento a la reina.

Un perfil tecnócrata, con experiencia y capacidad para enfrentar los dos problemas más acuciantes de la capital inglesa: el encarecimiento y escasez de la vivienda, y el precio y la saturación del transporte público (escucha Lima). En una capital que atrae banqueros, trabajadores de construcción y entusiastas estudiantes, la llegada de 900,000 nuevos habitantes desde 2008 ha hecho que la población alcance los 8,6 millones y Londres requiera una reestructuración de su plan de desarrollo urbano. La campaña se podría haber definido en base a un debate alturado de propuestas y a la exposición de credenciales para probar una mejor capacidad de gestión que sus contrincantes. Pero no fue así, naturalmente, y los conservadores se encargaron de llevar la carrera hacia un marco de miedo y disfrazada xenofobia. Más aún, y esto es comprensible, una campaña antiislámica.

Luego de los ataques en París y en Bruselas, Europa vive un auge de islamofobia en pleno debate sobre la crisis migratoria y conflictos religiosos, étnicos, culturales, la final de la Champios, si respetan a Lapadula, etc. Pero cabe destacar que a pesar de la campaña dominada por la intolerancia hacia los orígenes de Khan, Reino Unido no ha sufrido ataques terroristas desde 2005 y su población musulmana está mucho más integrada que aquellas de Francia o Bélgica (aunque cabe destacar que hasta 800 personas han partido desde la tierra de Shakespeare y The Beatles para enlistarse en el Estado Islámico). Si el argumento del terror no funcionaba por la falta de antecedentes recientes, el candidato conservador Zac Goldsmith atacó a Sadiq Khan por su pasado como abogado defensor de derechos humanos de acusados con cargos criminales. Goldsmith y luego Cameron iniciaron una campaña que llegó hasta declaraciones en el Parlamento, aduciendo con frases algo racistas que Khan, por ser paquistaní, iba a apoyar a los extremistas. Tácticas al puro estilo de Trump, igual de destructivas.

Pero con Khan nos encontramos con un político si no brillante al menos muy inteligente. A sabiendas de que el discurso de odio no calaba entre los londinenses, él centró su campaña en los problemas de la vida cotidiana en Londres, el tráfico, la escasez de hogares asequibles, una discusión sobre lo más urbano y diario de la ciudad. Khan se alejó de los extremos y prejuicios para enfatizar su pasado como un ciudadano que sabe lo que es vivir en la pobreza y que entiende las dificultades que enfrentan las personas de a pie. Khan sabía que a pesar de representar aproximadamente 13% de la población de Londres, los musulmanes no eran un bolsón político suficiente para triunfar, tampoco lo eran los casi 25% de ciudadanos inmigrantes.

Sin embargo, y no se confunda querido lector, la elección de Sidaq Khan en Londres tiene un contexto muy particular en la ciudad de The Who y The Clash que hacen de éste un hecho particular, y no un fenómeno británico, menos uno europeo. Khan no es el primer musulmán con un cargo importante en Europa: Ahmed Aboutaleb es alcalde de Rotterdam desde 2009 y Sajid Javid es el secretario de Estado británico para los negocios. Su caso tampoco se puede viralizar automáticamente en el Reino Unido. Londres no es una ciudad representativa de la población británica, como acusan su 13% y 25% de musulmanes y extranjeros respectivamente, pero que sí vive una cultura de armonía con ellos y pone en manifestación un alto valor de la diversidad y el multiculturalismo (mira ve Lima). Esto es un fenómeno puramente londinense.

“Espero que nunca volvamos a tener una elección tan dura. El miedo no nos hace más seguros, sólo nos convierte en personas más débil y la política del miedo no es bienvenida en nuestra ciudad”. Khan triunfó con el 56,8% de los votos y se sobrepuso hasta a Cameron, a quien ahora apoya en contra del referéndum para el Brexit. “Nunca soñé que alguien como yo pudiera ser elegido alcalde de Londres”. Era alguien como él lo que se necesitaba para ponerle un pare al populismo barato, a los elitistas hipócritas, al político “achorado” de cultura hooligan y de pubs oscuros con olor a gin y cerveza embotada. No faltarán los Phillip Butters europeos que se asquean y horrorizan con la noticia, o los miserables Castañedas que ven temblar la mamadera. ¿Para cuándo Lima?


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