lunes, 6 de abril de 2015

Prada Wears Devil: la industria de la moda en el siglo XXI

Escribe: Alessandra Portugal

La industria de la moda, que actualmente mueve millones de dólares y a millones de personas, a nivel mundial, ha tenido un gran auge en los últimos años. El surgimiento y la consolidación de grandes marcas, como GAP, Tommy Hilfiger, Zara y otras; son sólo una parte del panorama, que cada vez se vuelve más competitivo. Si bien la manera en la que vestimos estuvo siempre muy presente en las culturas, generando distinción entre los individuos; actualmente se hace más visible y tiene un mayor alcance con ayuda de la globalización, la publicidad y el internet. Ahora seguimos blogs de moda, queremos saber qué visten nuestros ídolos, compramos y nos probamos prendas o accesorios online. Es imposible no estar al tanto de las últimas tendencias, con todo el flujo de información que se maneja actualmente. Sin embargo, existe también un detrás de cámaras, que forma parte de las bases de este negocio en muchos casos. ¿Qué está sucediendo y hacia dónde se dirige dicha industria?

 


Se sabe que en el 2012, el mercado mundial del ropa fue valorizado en 1.7 trillones de dólares, y que le dio empleo a aproximadamente a 75 millones de personas a escala global. El total de exportaciones de vestimenta fue de aproximadamente 412 billones de dólares en el 2011; y, de textiles, de 294 billones. Tenemos a China como el principal exportador de textiles, a la Unión Europea como segundo y a EEUU como tercero. Lo que sabemos del gigante asiático es que emplea a alrededor de 10 millones de personas en esta industria y asegura su competitividad por medio de la fabricación de prendas de todo tipo de manera rápida, barata y en grandes cantidades. Si bien, en un inicio comienza exclusivamente copiando diseños y exportándolos de manera masiva, actualmente está invirtiendo cada vez más en desarrollos propios. Sin embargo, muchas de estas capacidades que le aseguran el éxito, también son el fracaso de la sociedad; pues generan daños para los trabajadores de sus fábricas, quienes se encuentran, en muchos casos, laborando en condiciones muy bajas. Ello se ve no sólo en China, sino también alrededor del continente asiático y en diferentes fábricas del mundo.

Rana Plaza destruido - Abril del 2013


Uno de los mayores desastres con respecto a esta industria, fue el colapso del edificio Rana Plaza el 24 de abril del 2013, en Bangladesh. Esta construcción acogía dentro de sus instalaciones a 4 fábricas de ropa, que producían para marcas como Benetton, The Children’s Place, DressBarn, Mango y otras más; también a algunas tiendas y un banco. El día anterior al evento, se notó la aparición de unas grietas descritas como “severas”; sin embargo, ello no detuvo las labores de la jornada y se dio la orden de que se continuase al día siguiente, a pesar del peligro latente. El 24 de abril, en la mañana, el edificio no resistió más y cayó en pedacitos con gran fuerza, aplastando todo lo que estuviese entre sus paredes. El derrumbe dejó a más de 1, 300 muertos y más de 2, 500 heridos graves, entre ellos, niños. Dicho suceso causó conmoción en los habitantes de la zona y del mundo, quienes no tardaron en alzar sus voces.

¿Cómo era posible que algo así sucediese en la cadena de empresas como Benetton, que profesan diversidad y defensa de derechos? Si bien Benetton estuvo entre las empresas que pagó la indemnización a las familias afectadas (pues no todas lo hicieron), las condiciones de trabajo en las que se fabricaban sus prendas ya de por sí eran malas. Se trabajaban largas jornadas (de 8 am hasta altas horas de la noche), los salarios eran bajos, había abuso por parte de empleadores e indudablemente, poca seguridad en el trabajo. Estas características se dan repetidas veces en diferentes lugares del mundo, en la producción de ropa. Se ve que en muchos casos, ni siquiera se puede negociar un mayor salario porque a ello le suceden amenazas y hostigamiento por parte de los empleadores. Los derechos no se respetan, las mujeres son acosadas sexualmente, se explotan niños para la costura (caso Nike o Adidas), y muchas otras situaciones infrahumanas.

#FASHREV


Todo esto se ve muy mal, lo sé; sin embargo, hay un lado brillante en esta historia. Es aquel que reverbera en las entrañas del cambio y busca realmente revertir esta situación tan triste para millones de personas. Porque es complicado vivir pensando que hay una muerte o un ser humano en condiciones infrahumanas detrás de las prendas que usamos, ¿no? Casi inconcebible en un siglo en el que profesamos mucho la defensa de los derechos humanos y nos indignamos si es que los nuestros son alterados. Organizaciones como Clean Clothes ya hacen algo al respecto, o iniciativas como Fashion Revolution, que buscan que esta situación disminuya cada vez más. Esta última, trabaja para que las marcas no se deslinden de los procesos productivos dentro de su cadena y que la moda se reivindique y reforme. La primera ves que se hizo, se centró en una campaña que generó conciencia en las empresas comercializadoras de ropa, los clientes, los diseñadores y las marcas, con la siguiente pregunta: “¿quién fabricó mi ropa?” y logró avances interesantes. Considero que aún queda un largo camino por recorrer, pero que poco a poco y gota a gota, se puede lograr generar grandes cambios, mayor conciencia y una mejor calidad de vida para muchas personas, y para poder tener un mundo un poco mejor. ¿El primer paso? Ver. 

#FashionRevolution

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