miércoles, 29 de octubre de 2014

¿Dulce o truco? Dilma para rato

Escribe: Mario Rivera

En tiempo de sustos y brujas, la elección presidencial de Brasil no quiso ser la excepción y ofreció una de las contiendas más reñidas de su historia. Por un pequeñísimo margen y con una gran incertidumbre, Dilma Roussef consiguió la reelección con el 51.5% de los votos, frente al 48.5% del social demócrata Aécio Neves. Con el nuevo período de la lideresa, su partido político llegará a los 16 años en el poder, generando el asombro y angustia de un pueblo brasileño polarizado. ¿Qué futuro se vislumbra en el gigante sudamericano?


La mejor analogía que encuentro en la política que ha desarrollado Dilma Roussef es la de aquel niño emocionado que en esta época festiva hace de su frase favorita: “¿dulce o truco?”. El gobierno brasileño se ha puesto un disfraz y, paseando de puerta en puerta, ha conseguido todos los dulces y beneficios a su alcance. Con el disfraz hago alusión a la política social de la lideresa carioca, efectiva en algunos puntos como el vertiginoso incremento de la clase media brasileña, la tasa de desempleo en mínimos históricos (4.9% en setiembre) y el aumento de las rentas laborales. No obstante, el disfraz de Capitán América o Hulk que puede parecer simpático al encontrarse en nuestra puerta, no nos asegura estar frente a alguien noble o fuerte, al fin y al cabo, todos sabemos que no es más que un disfraz.

Desenmascarando a ese Capitán América auriverde y desmantelando el disfraz poco a poco, se observan las grandes carencias de la gestión. La transparencia ha brillado por su ausencia bajo la tutela de Roussef y la corrupción ha florecido de una manera exuberante. El caso más saltante es el de los sobornos en Petrobras. La compañía que fue motivo de orgullo en anteriores campañas, ahora sirvió de bastión para la oposición de Neves. La confesión de un exdirector de la petrolera estatal afirma que exististieron sobornos en los contratos por obras y que los fondos multimillonarios sirvieron para financiar al Partido de los Trabajadores (partido político de Roussef) y a sus aliados. ¿Los dulces no se obtuvieron de la mejor manera? Y no hablo de cualquier dulce, ¡estos sobornos equivalían al 3% del valor líquido de los contratos multimillonarios! La presidenta ha negado el conocimiento de estos hechos, pero es evidente que no hizo mucho por evitarlos.


La economía brasileña bajo Roussef ha reflejado fielmente el proceso post noche de brujas. Después de que el niño come dulces hasta el hartazgo ¿qué sucede? Enfermedad, dolor de estómago y, en casos extremos, un pasaje directo al hospital. Eso ha sido la economía brasileña estos últimos años, una economía que muestra síntomas, pero no remedios. Ha pasado de tener un crecimiento de 7.5% el 2010 (antes del inicio de su gobierno) a un crecimiento proyectado menor al 0.5%. La inflación proyectada para este año y el próximo es de 6.45% y 6.30%, niveles cercanos al techo establecido por el gobierno de 6.5%. Incluso así, el excesivo gasto fiscal no parece reducirse y la relación de Dilma con los mercados no se acerca a una mejora. El susto que provocó los resultados de la elección fue reflejo de esto, donde el caso más llamativo fue el desplome de la bolsa de Sao Paulo. ¿Un anticipo de la noche de brujas?

Por otro lado, cual jinete sin cabeza, Brasil ha ido cortando algunos caminos y aferrándose a otros no tan convenientes en política exterior. La razón: economía por ideología y no por beneficios. Se han fortalecido los lazos con sus vecinos a través del Mercosur, lo cual es positivo pues refuerza el comercio latinoamericano, no obstante la poca flexibilidad del bloque no le ha permitido avanzar. La regla es la siguiente: la negociación con terceros solo se puede dar bajo la aprobación de todos los países, y las posiciones políticas de Venezuela y Argentina le han jugado una mala pasada a Brasil en este aspecto. En el balance, son más trucos que dulces los que recibe el país brasileño con esta economía ideológica.

A Dilma se le ha otorgado una nueva oportunidad. Las cartas están a su alcance, y no se necesita adivinadora para descifrarlas. Lo ajustado de las elecciones indica una necesidad de cambios. No es necesario que mueva el caldero ni que invente una poción, el gigante sudamericano necesita transparencia y un manejo económico responsable guiado por el beneficio conjunto y no solo por ideologías.

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