lunes, 31 de marzo de 2014

Perú: ¿Tecnológicamente colero?

Escribe: Mario Rivera

En 2014, las inversiones de tecnología en el Perú alcanzarían los US$ 4, 570 millones, lo que significaría un crecimiento de 8.1% respecto al año anterior, proyectó Federico Amprimo[1], El crecimiento evidentemente es positivo, pero esto no significa que se estén haciendo bien las cosas. ¿Cómo está el Perú en materia de tecnología?

Basándonos en “The Global Information Technology Report” de 2013, la situación no es para nada buena. Este reporte analiza el impacto de las Tecnologías de Información y Comunicación (ICTs, en inglés) en el crecimiento económico. Perú se encuentra en el puesto 103 de 144 países evaluados. Si bien ha subido tres puestos con respecto a su posición en 2012, solo está por encima de seis países latinoamericanos (Paraguay, Venezuela, Honduras, Bolivia, Nicaragua y Haití) y de las naciones más pobres de África.

Dentro de este ranking encontramos cuatro categorías: Impacto, Entorno, Uso y Readiness. Nuestra mejor categoría es la de Impacto, donde ocupamos el puesto 72. En esta categoría se observa cómo las ICTs pueden transformar la economía y la sociedad, por ejemplo añadiendo mayor valor agregado a la industria, incrementando la productividad laboral, desarrollando nuevas habilidades, incentivando la participación ciudadana en debates políticos, etc. 


Fuente: WEF. Elaboración Propia

En las categorías de Uso y Entorno, ocupamos el puesto 91. Si bien puede existir un potencial impacto en la economía y la sociedad, debe haber un entorno que permita aprovechar este potencial. En Entorno se observan las condiciones de mercado, el marco regulador, y los incentivos a la innovación y al emprendimiento. No obstante, se encuentran grandes diferencias dentro de la categoría, si bien el entorno empresarial y de innovación es bueno por el ambiente de crecimiento económico del país, el entorno político y regulatorio es malo. Esto es consecuencia de acciones desafortunadas del gobierno, por citar algunos ejemplos, tenemos la posible compra de Repsol o las trabas a acciones sencillas como promociones “2x1” o “3x2” a través de la Onagi. (¡Wong no puede ofrecer estas promociones libremente!) (ComexPerú).

Nuestra peor categoría es la de Readiness, puesto 119. En esta ocasión, no se encuentra una traducción exacta al castellano, pero lo que ve esta categoría es qué tan preparada está una sociedad para hacer buen uso de la infraestructura de ICTs e inversión digital. Las principales deficiencias están en dos pilares. Uno es el de Conocimiento, donde se mide la capacidad de la sociedad de hacer un buen uso de la tecnología de información. Se basa en indicadores como la calidad del sistema educativo, ratio de adultos letrados, y el ratio de personas con escuela secundaria. Nuevamente un reflejo de nuestro paupérrimo sistema educativo, que necesita reformas de largo plazo, y no solo cambiar el nombre de la Ley de Reforma Magisterial como hizo en este gobierno. El último lugar en la prueba Pisa no es coincidencia. 

El otro es la Asequibilidad, en donde se analiza el costo de la telefonía móvil o Internet, así como el nivel de competencia de ambos sectores. En su momento, el mercado de telefonía podía considerarse un monopolio natural, es decir, era más rentable que una empresa acaparara todo el mercado por los grandes costos fijos involucrados (inversiones en cableado, etc…), y por eso se efectuó un contrato exclusivo con Telefónica. Pero hoy en día, con el avance de la tecnología, la situación es diferente. Las llamadas se transfieren vía satélite, y cada vez se desarrollan nuevas formas de comunicación (3G, 4G, entre otras). El Estado debe promover la competencia en este sector, para que las tarifas bajen y los precios mejoren (todos los que hemos sufrido el mal servicio de alguna agencia de telefonía móvil comprenderán este punto), si bien ya no hay un solo operador, siguen siendo pocos.

En síntesis, el desarrollo de más tecnología e innovación incrementaría la competitividad de nuestro país de una manera importantísima. Lamentablemente, una serie de cuestiones lo vienen impidiendo. Una de estas es la actitud y acciones del Estado. Como se mencionó, las trabas burocráticas son muchas, y las reglas de inversión no son claras. Otra cuestión son las grandes deficiencias de nuestro sistema educativo. Finalmente, está la dificultad en la asequibilidad de tecnologías de información, que mejoraría sustancialmente bajo un esquema más competitivo. Siendo tanto el beneficio posible, y tan poco lo que se hace por obtenerlo solo nos queda una pregunta ¿Hasta cuando señor Presidente? Necesitamos acciones en este campo.





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[1] Representante del Gremio de Tecnología de la Información y Comunicaciones de la Cámara de Comercio de Lima (CCL).



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