miércoles, 26 de marzo de 2014

¿Crecer por crecer? Crecer, Regular y Supervisar

Escribe: Luis Fernando Sarmiento

Recientemente han aparecido numerosas noticias respecto al incremento de la morosidad en el sistema financiero, alcanzándose la máxima alarma después de la venta de Mi Banco. El sistema financiero viene creciendo de manera continua, es cierto, pero ¿qué tan saludable es ese crecimiento? ¿Está acaso creciendo por crecer?


Noticias como la publicada en el diario Gestión el viernes 7 de marzo pasado: “Morosidad de tarjetas de crédito en máximo histórico”, llaman la atención. En respuesta a esta “alarmante noticia”, resulta necesario averiguar cómo se viene desarrollando el sistema financiero peruano (particularmente en cuanto a los créditos colocados).
Fuente: Asbanc
En los últimos 3 años, se observa que el sistema financiero peruano ha avanzado en términos de mayores agentes de crédito. Esto se refleja en un incremento notable del número de tarjetas de crédito, de 6.1 millones en enero del año 2011 a 7.8 millones en enero del presente año, es decir, un incremento de 1.7 millones (+28.2%) nuevos agentes de crédito. Con ello además, observamos una tendencia creciente de los créditos de consumo per cápita[1], que incrementaron de S/.1,432 en enero del 2011 a S/.1,690 en enero del presente año.


Esta evolución del sistema financiero, además, se puede apreciar evaluando uno de los indicadores de inclusión financiera más utilizado: Créditos/PBI, cuya evolución para los últimos 30 años se presenta a continuación. 
Claramente puede observarse que la inclusión financiera ha incrementado notablemente, considerando que la tendencia del PBI ha sido también al alza.

Ahora, si bien es cierto que a mayor crecimiento económico tanto las empresas como las personas naturales perciben mayores ingresos y por tanto incurren en mayor uso de créditos y préstamos (motivados por una expectativa y percepción de que dicha situación se mantendrá) impulsando los indicadores de inclusión financiera al alza y dinamizando la economía; no es necesariamente cierto que esto sea más saludable para el sistema financiero. ¿En qué sentido? Pues, ante la existencia de información imperfecta y problemas relacionados con la mala previsión de la capacidad de repago de las obligaciones financieras, la salud del sistema financiero puede verse afectada en términos de una mayor probabilidad de default por parte de los agentes de crédito que sostienen estas obligaciones.

Esta amenaza puede observarse directamente a través del deterioro de las calificaciones crediticias de los agentes de crédito, por lo que resulta fundamental realizar una constante supervisión y regulación; así como prevención, de este factor a través de los indicadores de riesgo crediticio. Uno de estos evalúa la probabilidad de downgrade[2] de los créditos, a través del uso de matrices de transición crediticia condicionadas al ciclo económico, y así, permite identificar umbrales de crecimiento a partir de los cuales las probabilidades de downgrade de las diversas carteras crediticias ingresen en un punto de inflexión, sirviendo como un instrumento de alarma temprana.

En (Aparicio, Gutiérrez, Jaramillo, & Moreno, 2013) se presenta una evaluación del riesgo crediticio a partir de este indicador. Estos autores plantean que el comportamiento de la probabilidad de downgrade está dividido en tres zonas y que existe un umbral objetivo[3] que se sitúa entre un crecimiento de 4% y 6% aproximadamente. La primera zona es cuando el crecimiento económico es bajo o negativo (por debajo del umbral objetivo) donde la probabilidad de downgrade es alta, la segunda zona se sitúa alrededor del umbral objetivo garantizando que el sistema financiero sea saludable, y finalmente en la tercera zona el crecimiento económico es alto e implica un crecimiento de los créditos a clientes con menor capacidad de pago (motivados por la mayor demanda y oferta de créditos) que se traduce en una mayor probabilidad de downgrade. 


A partir de los resultados obtenidos, se puede observar que el perfil de riesgo de los créditos de consumo presenta una mayor probabilidad de downgrade que el perfil de los créditos totales, que incorporan en su mayoría créditos corporativos y empresariales. En tiempos de un crecimiento bajo, esto puede deberse a un mayor esfuerzo de bancarización realizado por las instituciones financieras durante los últimos años, en el interior del país, donde la capacidad de pago es inferior que en la capital. Por otro lado, a medida que incrementa el crecimiento económico puede observarse que en la primera cartera esta probabilidad se acelera con mayor velocidad, que en la cartera total, lo cual puede deberse a:
  • La falta de una previsión adecuada de la capacidad de pago en el futuro, como consecuencia de una educación financiera deficiente y como consecuencia de información incompleta. Esto podría verse explicado a través del incremento sostenido de los créditos de consumo per cápita que superan el ingreso promedio mensual en Lima metropolitana. Así como, el incremento sostenido de los días de incumplimiento de las obligaciones financieras (factor fundamental para determinar la clasificación crediticia según la SBS). 
Fuente: Asbanc
Fuente: Asbanc
  • La disminución de incentivos de incrementar la rigurosidad de los estándares y la supervisión crediticia por parte de las instituciones financieras; y la ampliación de las líneas de crédito autorizadas como un incentivo a tomar un mayor endeudamiento. Esto puede observarse en el siguiente gráfico.

Fuente: Asbanc
Esto indicaría que actualmente si bien el sistema financiera ha venido desarrollándose a grandes pasos, su salud se viene deteriorando, y por tanto es necesario poner en marcha instrumentos de prevención como la activación/desactivación de las provisiones cíclicas y de requerimientos de capital establecidas por la SBS, que tiene como objetivo enfrentar el deterioro de los portafolios.

Con esto, las conclusiones que se pueden extraer para evitar el deterioro de la salud del sistema financiero son las siguientes:
  1. Resulta primordial fomentar las campañas de educación financiera con el objetivo de prevenir posibles incumplimientos de las obligaciones financieras. 
  2. Incrementar la regulación macroprudencial en términos de un mayor seguimiento a los indicadores de riesgo crediticio e incrementar las provisiones cíclicas y de requerimientos de capital, especialmente en las carteras de consumo que reaccionan más elásticamente ante las variaciones del ciclo económico.
Finalmente, es necesario tener en cuenta que para garantizar un crecimiento elevado tanto del sistema financiero como de la economía en su conjunto, no basta con un mayor dinamismo; sino que debe estar acompañado de una mayor regulación y supervisión de manera que se garantice la sostenibilidad del mismo. Es decir, no hay que crecer por crecer, hay que crecer, regular y supervisar.


[1] Para el cálculo de los créditos de consumo per cápita se prosiguió de la siguiente manera: Montos Total de Créditos de consumo divido por el número de tarjetas de crédito de los agentes que toman créditos de consumo.
[2] La probabilidad de que un crédito con una clasificación crediticia determinada migre hacia una clasificación de crédito inferior durante un periodo de tiempo establecido (12 meses en este caso).
[3] Para la determinación del umbral objetivo se utilizó un promedio de los últimos 30 meses de la variación porcentual para eliminar cualquier efecto de corto plazo.


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