jueves, 20 de marzo de 2014

Crónica de una Muerte Anunciada

Escribe: Juan Carlos Salinas

China ha mostrado un excepcional desempeño económico durante la última década, creciendo a tasas de dos dígitos. No obstante, últimamente el crecimiento del gigante asiático está mostrando no ser sostenible, y se teme que la desaceleración continúe, perjudicando así a la economía mundial. ¿Qué es lo que está ocurriendo en China?


China, la segunda economía más grande del mundo, ha crecido a tasas de dos dígitos durante la última década gracias a una serie de políticas económicas internas adoptadas. Por un lado, esto ha sido así gracias a una mano de obra muy competitiva. Según el Banco Mundial, el salario promedio en China es US$ 656, cuando el salario promedio mundial es de US$ 1,480 (ya se imaginarán como nos encontramos ubicados). Una mano de obra como la china permite tener costos de producción bajos en términos relativos, lo que permite vender productos a precios más cómodos y ganar competitividad en los mercados. En economía internacional, esto es conocido como ventaja comparativa.

Por otro lado, si nos enfocamos en el comercio internacional, la devaluación del yuan –además de los salarios competitivos- ha beneficiado enormemente a las exportaciones chinas, ya que sus bienes y servicios se abaratan en términos relativos con respecto a otros países. Tanto es así, que EE.UU., tras registrar balanzas comerciales cada vez más deficitarias[1] en los últimos años, consideró tal práctica como un subsidio ilegal en 2011. No obstante, la Organización Mundial de Comercio (OMC) considera a las monedas devaluadas como parte de una política económica interna.


A pesar de estas ventajas, para 2012 el crecimiento del gigante asiático se redujo a 7.8%. Si bien esta cifra no es para nada despreciable -fue la tercera tasa más alta en ese año solo detrás de Angola (8.4%) e Iraq (8.4%)[2]-, su desempeño económico ha alarmado a economistas de los principales organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Se espera que China sea el que sostenga el crecimiento mundial en los próximos años, debido a los problemas de deuda pública que atraviesa en la actualidad el Gobierno de los Estados Unidos[3] y al riesgo deflacionario por las bajas tasas de inflación (0.7% en octubre) y de crecimiento económico de la eurozona (0.1% en el tercer trimestre), además de altos niveles de desempleo (12%) y una deuda insostenible (92.7% del PBI) en 2013, específicamente en países como Grecia, Italia, Portugal y España (en esos países la deuda pública supera increíblemente el 100% del PBI).

Lamentablemente, América Latina aún depende fuertemente de estos grandes bloques comerciales. Un ejemplo para corroborar este hecho es el impacto que tendrá el tapering realizado por Ben Bernanke, expresidente de la FED en enero pasado, cuando redujo el estímulo monetario de US$ 85,000 millones mensuales a US$ 65,000 millones. En este caso impactará a Latinoamérica al reducir la demanda de las materias primas (la mayoría de los países latinoamericanos son primario-exportadores), además de un impacto a través de las divisas (efecto que se espera contrarrestar a través de políticas monetarias utilizando como herramienta la tasas de interés).

Debido a su tamaño tanto demográfico como económico y dicho lo anterior, el principal candidato para sostener la economía mundial es China, y posiblemente junto con las demás BRICS[4] en un futuro. Está clara la actual relevancia internacional que posee el gigante asiático en cuanto a flujos de inversión, influencia en el sistema financiero, en el comercio internacional y, por su puesto, en el precio de commodities. Por lo tanto, es importante entender qué es lo que está pasando realmente con la economía china, y si estas señales de desaceleración se pronunciarán con el pasar de los años.

En el pasado está la respuesta

Antes de iniciar un análisis de la posible recaída del crecimiento económico chino, ¿cómo se mide la producción interna de un país? El sistema que se usa en la actualidad es el método del gasto. La producción de bienes y servicios de un país equivale a la suma del consumo de las familias y hogares (privado), la inversión de empresas nacionales o flujos de capitales extranjeros (privada), el gasto público[5] y las exportaciones netas[6] hacia el mundo. Cabe resaltar que la variable más importante en una economía es el consumo, la cual representa aproximadamente el 70% del PBI.

Una vez aclarado lo anterior, se puede concluir que el crecimiento y desarrollo económico de un país puede provenir de diferentes fuentes: a través del gasto público (políticas fiscales expansivas tales como inversiones públicas en infraestructura en periodos de crisis), de las exportaciones netas (si es que se realiza una brusca devaluación de la moneda), de la inversión (fuertes flujos de capitales especulativos o “golondrinos”, atraídos por variaciones en la tasa de interés de referencia) o del consumo privado (incentivadas por políticas monetarias que permiten mayor acceso al crédito, por ejemplo). No obstante, no todas son sostenibles. Por ejemplo, el crecimiento generado por el mayor gasto público no es sostenible en el tiempo, ya que el Gobierno no tiene una capacidad ilimitada de gasto.

Bajo esta premisa, ¿cómo ha estado basado el crecimiento chino de los últimos años? ¿Se puede decir que es un crecimiento sostenible en el tiempo?

Luego del colapso de Lehman Brothers en 2008 y de la crisis de la eurozona, el comercio mundial se vio reducido significativamente. Esto afecto directamente a China, país que en un inicio sostuvo un crecimiento basado en exportaciones al occidente. Frente a ello, el Gobierno del gigante asiático incentivó el otorgamiento de grandes cantidades de crédito, a través de una política fiscal expansiva destinada a bancos estatales. La facilidad en el acceso al crédito permitió que los altos niveles de inversión en infraestructura, específicamente ligados al sector inmobiliario, mantengan el crecimiento de dos dígitos de China. Está claro que la composición del crecimiento de China ha variado.

El crecimiento chino actual no es sostenible. La inversión ha superado una toma de decisiones racional, y gran parte de ella no es productiva. En la actualidad se pueden observar grandes ciudades y gran cantidad de autopistas nuevas y sin usar en China. Según la BBC de Londres, en los últimos años China ha construido un nuevo rascacielos por cada cinco días. Al parecer, en ese entonces el Gobierno chino optó por priorizar la velocidad de crecimiento por encima del equilibrio, al sustituir crecimiento basado en exportaciones por uno basado en “inversión tóxica”.

No obstante, y como se podría sospechar, el mayor problema de este asunto es la fuente de financiamiento. Según Guillermo Calvo, más de la mitad de los créditos en China se otorgaron a través de shadow banks[7]. Teniendo esto en cuenta, la historia habla por sí misma: ¿cómo se originó la crisis financiera de 2008? Por un sistema financiero estadounidense no regulado, que dio origen al otorgamiento de créditos hipotecarios sin requerimientos básicos –no desembolso inicial, prueba de ingresos, entre otros-, denominados subprime. Con la experiencia histórica reciente, todos tenemos bien en claro lo que ocurre cuando un sistema financiero genera demasiado crédito demasiado rápido, sobre todo si se realiza bajo un sistema bancario no regulado.

Es por ello que hace poco el Fondo Monetario Internacional hizo una alerta sobre la necesidad que tiene China de cambiar urgentemente el modelo económico, a uno basado en el consumo interno. Este organismo internacional considera como una prioridad reducir la intervención del Estado y continuar con el proceso de liberalización, además de iniciar un empuje decisivo para aumentar el peso del consumo y el ingreso de los hogares. Las autoridades chinas se han comprometido a desarrollar una vasta agenda de reformas que certifiquen un crecimiento más equilibrado, difundido y que sostenga el medio ambiente para el futuro. Está claro que es preferible sacrificar el ritmo de crecimiento para tener un crecimiento sostenido, basado en el consumo y las exportaciones.


                                                                                                                                                 
[1] Es decir, que con el tiempo las importaciones superaron ampliamente a las exportaciones. 
[2] Está clara la mayor relevancia de China en la economía mundial. 
[3] Problemas relacionados al techo de la deuda. Este límite de endeudamiento se ha elevado dos veces en los últimos 6 meses para que la economía estadounidense no entre en default, no se pierda la calificación de sus bonos y no colapse el sistema financiero por un alza en las tasas de interés. 
[4] BRICS: Brasil, Rusia, China, India, y Sudáfrica.
[5] A veces esta variable está separada por consumo público e inversión pública. 
[6] Resultado de restar las importaciones a las exportaciones. El resultado es la balanza comercial. Si el valor es negativo, se dice que la balanza comercial es deficitaria. De otro modo, es superavitaria. 
[7] Sistema bancario no regulado.



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