miércoles, 3 de febrero de 2016

Del plagio y otros demonios [1]

Escribe: Mario Rivera

“-¡Qué lejos estamos!, suspiró. -¿De qué? -De nosotros mismos”. Una gran obra titulada de manera similar a este artículo hizo famosa esta frase hace más de 20 años. Hoy la traigo a colación porque creo resume una realidad, un fenómeno que sucede en el Perú y el mundo. Sin embargo, la percepción del mismo es similar y distinta a la vez. Cuesta entender el porqué. Antes de condenar o aceptar, intentemos entender el famoso plagio a profundidad.
Ideas ajenas, presentadas como propias 

Busquemos primero internarnos en la lógica de incurrir en un plagio. En esta ocasión me refiero al plagio intencional meditado y no al casual error de memoria[2], es decir alguien que intencionalmente copia lo sustancial de obras ajenas y las presenta como propias[3]. Para adentrarnos en este razonamiento, empecemos por lo más fácil: los beneficios percibidos. ¿Por qué plagiaría una persona? En síntesis, la respuesta es que el plagio es el camino más sencillo, implica no incurrir en esfuerzo, disminuir el estrés, alcanzar resultados más allá de las propias capacidades y por ende un prestigio que no se conseguiría de otra manera.


Para tomar una decisión meditada, un individuo pondera beneficios y costos, y por el lado de los costos percibidos es donde el tema toma más complejidad. El costo que percibe un individuo por plagiar depende de dos factores: probabilidad de captura y sanción. ¿Por qué de ambos? Si la sanción es altísima, pero no puedes ser capturado, el costo percibido es cero. Si existe mucha vigilancia, pero la sanción es insignificante, el costo percibido también es cero. Mientras más bajos sean los costos, más probabilidad existe de que sean superados por los beneficios, y por lo tanto que el plagio sea más atractivo.

Detengámonos más en estos factores. La probabilidad de captura ha incrementado sustancialmente en los últimos años, programas para detectar porciones de plagio están disponibles incluso en la web y son usados desde la etapa escolar. Ante esto, surge un cuestionamiento ¿Si antes era más sencillo plagiar, será más probable encontrar plagio en las tesis elaboradas hace más de 10 años? Según este enfoque es plausible asumir que sí, pues el costo percibido era mucho menor. Por lo pronto, se ha encontrado en Alemania, una de las sociedades más avanzadas del mundo, dos ministros que renunciaron a sus cargos por acusaciones de plagio. Gente capaz sin duda alguna, “el político mejor valorado del gobierno de Merkel”[4] y “la más reconocida ministra de educación y ciencia en la historia de Alemania”[5]. ¿Coincidencia que plagiaran en una época de bajo control? Probablemente no, la hipótesis queda planteada.

Asimismo, las sanciones pueden ser vistas desde distintas perspectivas. Una es la sanción legal, que implica todas las consecuencias provenientes de la ley en caso sea detectado el plagio. Dentro de este campo entra un posible tiempo en prisión, compensaciones monetarias, retiro de grados académicos, entre otros. El otro enfoque, que quiero revisar a mayor profundidad, es la sanción social. ¿Cómo es vista una persona que incurre en plagio por la sociedad? ¿Cómo se ve uno mismo plagiando? Es aquí donde entran en juego los valores, tanto propios como de la sociedad en su conjunto. Esta sanción social podría ser incluso más alta que la legal, y el plagio visto como algo inadmisible si se quiere ser un miembro de la sociedad.


 El Sr. #PlagioComoCancha (?)

Esto último varía mucho en distintas sociedades, y he aquí un punto importante. Mientras que en Alemania un 60% apoyó la dimisión de la ministra Schavan por acusación de plagio, en el Perú Acuña continúa como uno de los candidatos con mayor probabilidad de alcanzar la segunda vuelta electoral (toquemos madera, pero es verdad). Incluso se ha visto apoyado por votantes que aluden que “es algo natural” o que “otros han hecho cosas peores”. La sanción social en Perú es baja, y eso explica cómo un candidato al que se le atribuye el slogan “plagio como cancha” puede estar entre los primeros lugares de las encuestas. Sin duda, un tema netamente de valores, que brillan por su ausencia en parte de la sociedad peruana.

Es así que un mejor entendimiento del plagio es necesario para combatirlo y no simplemente condenarlo a ciegas. El trabajo por hacer está sobre todo en el lado del costo percibido, a través de la difusión de los programas de revisión, un mejoramiento del marco legal, y un mayor cultivo de valores. Por el momento, no sucede esto último y solo me queda repetir la frase del inicio como una reflexión final. Qué lejos estamos aún, de nosotros mismos, de la sociedad que anhelamos ser.


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[1] Título basado en la obra de Gabriel García Márquez "Del amor y otros demonios".
[2] Joshua Landau. Previniendo el plagio.
[3] Real Academia Española.
[4] ABC, sobre Karl-Theodor zu Guttenberg, ex Ministro de Defensa.
[5] Ángela Merkel, sobre Annette Schavan, ex Ministra de Educación y Ciencia.


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