martes, 16 de febrero de 2016

Democracia en juego

Escribe: Santiago Paz

En medio ya de la campaña electoral, con un “bombardeo” de información, propuestas, discusiones y ataques, detengámonos a pensar - más allá de cualquier candidato - en el trasfondo de una elección democrática y los objetivos que buscamos como país para alcanzar el desarrollo que todos (también aquellos con los que no estamos de acuerdo) deseamos. ¿Qué caminos debemos seguir? ¿Nuestra democracia está verdaderamente consolidada? ¿Estas elecciones marcarán un paso hacia adelante en la construcción de un mejor país? Pongamos paños fríos al asunto.

En una elección democrática todos somos iguales, “valemos” lo mismo, y ellos nos permite elegir cuál es la ruta que queremos seguir, aquella que la mayoría considera la mejor, aunque no les guste a algunos. Más allá de los problemas estructurales que tenemos – ausencia de partidos políticos, proliferación de candidatos, falta de institucionalidad – una nueva elección democrática debería servir para confrontar ideas y visiones del país que queremos, para discutir qué es lo que necesitamos y cómo se puede lograr.

¿Qué significa la democracia para el Perú?
Sin embargo, una elección democrática también se presta para otras cosas. Criticar es válido y analizar incisivamente a cada candidato también. Lo que no se puede aceptar son aquellos sentimientos de superioridad por apoyar a un candidato sobre otro o centrar la discusión en argumentos rebuscados o ataques bajos. La democracia puede incluso peligrar si se continúa con tanto circo. Necesitamos un país más unido y no enfrentamientos que nos dividan en segmentos de acuerdo a nuestro voto. 

Creo que es fundamental tener diferentes visiones del país y confrontar ideas. Desde el lado de la ciudanía, se parte de entender las opciones que plantean los candidatos antes de juzgarlas o descalificarlas a la ligera. Observar el panorama completo. No dejarse guiar por modas o por comentarios simples. Tomar una decisión. Desde el lado de los candidatos se debe justamente ofrecer propuestas, antes que un floro que suene bien pero no diga nada. Enfrentarse con ideas concretas. 

Como leía hace unos días, una prueba específica de lo desconectados que podemos estar de las prioridades en las elecciones es que no sabemos qué proponen los candidatos. Muchas personas no podrían decir cuáles son las propuestas de sus favoritos sin recurrir al Internet. Sin embargo, no nos costaría enumerar los errores de cada postulante. En definitiva, se recuerda más a los políticos por lo segundo que por lo primero. La consecuencia, creo yo, son cuestionamientos sobre nuestra democracia. Un gran peligro. Ha sido fundamental mantener la democracia los últimos 15 años, por motivos tanto económicos como sociales. No pongamos en riesgo esta situación. No nos prestemos al circo electoral. No nos disparemos en el pie con el que venimos avanzando. Ante tanto ruido, mantengamos nuestros principios y la tranquilidad.


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