martes, 12 de abril de 2016

El Perú es un país fragmentado, ¡a reconstruirlo!: 5 Aprendizajes Post Elecciones

Escribe: Santiago Paz

El último proceso electoral nos ha dejado un país dividido, víctima de profundas diferencias y contrastes. Este no es un artículo de un supuesto experto (que en ocasiones nos creemos); ni se basa en una mirada particular respecto al último proceso electoral. Es más bien un auto-reconocimiento de que todavía nos falta mucho por aprender para consolidar un país verdaderamente desarrollado; una invitación a reflexionar sobre nuestro rol como ciudadanos y a prepararnos para ser los próximos líderes que el país necesita. El Perú lo formamos todos, pero hoy se encuentra muy fragmentado y polarizado. Empecemos a solucionarlo. Comparto cinco puntos aprendidos que considero fundamentales interiorizar.


1. El país lo formamos todos, ¡conozcámoslo mejor!: El Perú lo forman los que votaron por Fujimori, PPK, Vero, Barnechea, Alan, Santos, Toledo, Hilario, Antero, Popy y los que votaron en blanco o viciado. Algunos recibieron más votos que otros, pero el país somos todos. El hecho que Keiko haya recibido 40% o Goyo 4% nos debe indicar algo (así en todos los casos). También el hecho que Vero alcance más del 50% en regiones como Ayacucho o Huancavelica nos muestra otras cosas. No podemos ignorar o menospreciar a estos sectores de la población, su voz debe ser escuchada y atendida. La democracia no acaba con este proceso y la población se volverá a manifestar en los próximos procesos. Si no se dan cambios grandes, el miedo que muchos exhibieron se repetirá en 5 años. ¿Quieres evitarlo? Busquemos comprender mejor las causas y la historia pasada, para a partir de allí construir una mejor historia futura.

Sur, Norte, Cajamarca, Arequipa,… ¿Qué pasajes de nuestra historia nos hace recordar?

2. En las elecciones no hay “buenos” y “malos”, sino diferentes. Partir de la premisa que un candidato es bueno y otro malo nos hace daño y polariza. Son más bien diferentes. Si afirmamos que algo es malo, mejor referirnos a cuestiones concretas (por ejemplo, un plan económico o una propuesta específica). Todos los candidatos tienen puntos perfectibles, pero por algo han llegado a donde están y tienen el respaldo de un sector de la población. Llamar “malo” a un postulante nos predispone y despierta reacciones en sentido contrario. No dividamos al país en buenos y malos, salvadores y destructores. Es preocupante la ligereza con las que acusamos, maldecimos, nos enfurecemos con los demás. Nadie se ha salvado en esta elección. Existen candidatos diferentes porque representan a distintos sectores de la población. Discutamos ideas y proyectos de país.

3. Necesitamos cambios. Existe un descontento grande en la población, ya sea con la política, la economía, o con las costumbres y comportamientos del “resto” de peruanos. Sabemos que hay cosas que no funcionan bien y que deben ser mejoradas. Curiosamente la izquierda suele monopolizar el discurso y las promesas de cambio, pero no debería ser así. Se pueden implementar grandes reformas sin necesidad de tomar una postura ideológica o radical. Iniciemos reconociendo que hay cosas que deben cambiar, no para nuestro propio beneficio, sino para el bien común.

4. Romper nuestra burbuja – ser más críticos. En línea con lo anterior, todos queremos que nuestro candidato gane y nos sorprende cuando no lo hace. Claro debe estar que nuestra muestra no es representativa y en muchos casos vivimos aislados en “nuestro mundo”. Pongámonos en el lugar de otros pobladores, ¿qué es lo sienten, piensan, anhelan? ¿Por qué? El Perú es más complejo de lo que creemos y no podemos guiarnos por prejuicios. Ante esto, tenemos dos salidas: culpar de ignorantes a las personas que piensan diferente, o tomar una postura más crítica. Esto último pasa por reconocer que existen injusticias y desigualdad de oportunidades. Ampliemos nuestro marco de observación, para después no quejarnos de los resultados.



5. Los cambios también los hacemos nosotros (y no desde nuestra computadora). Pocos están dispuestos a comerse el pleito, excepto semanas antes de las elecciones donde todos nos volvemos analistas (me incluyo). La política genera un desagrado en sus participantes que incluso puede empeorar tras las elecciones. Cambiemos nuestra percepción de los políticos, quienes exponen toda su vida personal en búsqueda de liderar y servir al país. Pero no es necesario dejárselo a los demás: aunque suene cliché, todos los días podemos promover cambios (es buen momento para recordarlo). Que esta elección nos lleve a eso. El Perú necesita de nuestras ideas, proyectos, conocimientos y acciones, no sólo palabras. Brindémoslos (o apoyemos – antes de juzgarlos – a los que tienen el deseo de hacerlo). 

Y para ti, ¿cuáles son las principales lecciones o recomendaciones que brotan de este último proceso electoral vivido?


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