lunes, 11 de abril de 2016

Lo más difícil de conseguir trabajo

Escribe: Juan Antonio Huamaní

¿Buscas trabajo y no lo encuentras? ¿Te preocupa que el contexto actual de las elecciones te pase factura? A las oficinas de Voz Actual (?) llegó una carta de un alumno de la universidad, quien dijo encontrarse desesperado. Nos pidió publicarla en anónimo. Accedimos. Este es su testimonio, aunque podría ser el tuyo también.



Lo más difícil de buscar trabajo no es la entrevista ni el examen psicotécnico ni las pruebas psicológicas: lo más difícil de buscar trabajo es cuando buscar trabajo se hace una necesidad. Y la espera por horas, días e incluso semanas de la bendita llamada en tu teléfono de la entrevista que sientes que la diste bien. Y vivir con el celular pegado en la oreja. Y esa llamada perdida que cuando la devuelves no se puede porque te dicen que el número marcado no existe. Y ese número desconocido, que cuando al fin logras contestar, es la compañía de teléfonos celulares, ofreciéndote un plan mejorado. Y el no gracias, y la llamada que nunca llegó…Y ya han pasado varios días, ¿hasta cuándo será bueno esperar? 

Lo más difícil de buscar trabajo es salir de casa: ¿Adónde vas? Y la maldita corbata que no salió bien ni al primer, ni al segundo ni mucho menos al tercer intento. Y recordar que el último botón del saco no se abrocha. Y la misma camisa que usas para todas tus entrevistas que ya no puede ser la de la buena suerte. Y el CV que no sabes si llevarlo o no, y tus fortalezas memorizadas, al igual que tus debilidades. Y el por qué quieres trabajar en la empresa, ¿cuál es tu aporte? Y la respuesta preparada a tu nula experiencia: ganas. Y el hombre bajo la lluvia, y si las gotas van en vertical o diagonal, y el piso y los botones y el cuello y la correa y los zapatos y ahora, justo cuando estás haciendo ese dibujo, es que te entra la duda de si todo el tiempo invertido vale la pena o si es mejor largarte del lugar donde estás, porque sientes que ya no aguantas más.

Lo más difícil de buscar trabajo es regresar a casa: al comienzo un ¿cómo te fue?, ¿cuándo comienzas?, en tono de broma. A tu tercer o cuarto regreso ya no se pregunta nada. La calle está dura, pensarán. ¿Y dónde están las estadísticas del 100% de empleabilidad? La disfrutó otro, que consiguió el puesto hace días, y que tú no estás ni enterado, porque aún esperas la bendita llamada.

Fotografía: Gustavo Huamaní
Lo más difícil de buscar trabajo es cuando no encuentras trabajo: y los días, y las semanas, y los anuncios en el Facebook, en la bolsa de trabajo, y la opción de empresa confidencial, que no debería existir, pero existe, y que a estas alturas ya no te importa. Porque piensas que tal vez es una buena empresa que tal vez se le olvidó poner su nombre y que tal vez ese puesto podría ser para ti, y tal vez deberías intentarlo, y tal vez algo bueno esté por llegar.

Lo más difícil de buscar trabajo son las preguntas de tus amigos cuando te ven bien vestido: ¿y dónde fue?, y ¿qué tal te fue?, ¿cuántos habían?, ¿a cuántos contratan? Y las palabras que tienes que improvisar porque ni tú mismo conoces las respuestas. Y tus buenos amigos que ya ni te preguntan si te contrataron o no, solo esperan, pacientemente, si es que las próximas dos semanas vas vestido con ropa común o si, por el contrario, dedicaste una porción de tus ahorros a comprarte ropa de trabajo. Y es ahí cuando llega la avalancha de preguntas: ¿dónde?, ¿qué puesto?, ¿cuánto pagan? Y cuándo unas cervezas para celebrar. Porque esas preguntas son las que estabas esperando, las que están permitidas, las que disfrutas, las desencadenan las respuestas que quisieras gritar, porque la espera, la bendita espera, al fin terminó.


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