miércoles, 20 de abril de 2016

Juego de Tronos: la Dinastía Fujimori

Escribe: Youssef Abi-Fadel

Domingo 10 de Abril, día de elecciones presidenciales, fiesta electoral, no soy miembro de mesa y ya no habrá ley seca. Son las 10:15 a.m., cola no es larga, llego a la mesa y dejo mi DNI. ¡Es mi sexto sticker de votación! Ahora son las 4:00 p.m., la terrible hora del flash electoral, un evento que ya por costumbre me genera dolor de estómago y me recuerda que el Perú nunca podrá dejar de sorprenderme. Canal 4, reporta IPSOS, y más allá del ajustado resultado a boca de urna entre Matusalén (?) y la Vero, me llama la atención sobremanera el casi 40% que obtiene la candidata Keiko Fujimori y la catapulta a segunda vuelta. Al final del día parece más claro el panorama, Pedro Pablo Kuczynski será el rival de la hija de Alberto Fujimori en la persecución del sillón presidencial, el Iron Throne versión incaica. 


Hoy es 20 de Abril y la contienda comienza a calentar, la joven Keiko acusa la avanzada edad y satiriza sobre si PPK podrá mantenerse de pie o si morirá como (spoiler alert) John Snow. Su oponente sostiene que votar por Fujimori sería optar por una dinastía política. Se me prende el foco, comienzo mi investigación y sí, el apelativo de dinastía le cae a pelo al partido naranja. “¡Esto solo pasa en el Perú!” exclama un amigo con cierto cinismo. No hermanito. ¿Qué tal si te digo que menos de 5 países en el mundo no tienen dinastías políticas y que todo nuestro continente experimenta este mismo fenómeno? ¿No me crees broder? Literal.

House Fujimori (?)
La dinastía de la familia Fujimori tiene como patriarca y fundador a Alberto Fujimori. Presidente del Perú entre 1990 y 2000 luego de derrotar a MVLL y Javier Pérez de Cuéllar, papá Fujimori fue el ejecutor del famoso “Fuji-Shock” y la mano de hierro con la cual se dieron las estocadas finales al terrorismo en el Perú; pero también fue el presidente de una autocracia, el del 5 de Abril, las esterilizaciones forzadas, prensa amarillista, el fraude contra el “Cholo Sagrado” y crímenes de lesa humanidad que lo llevaron a la cárcel. Su hermano, Santiago, fue congresista del fujimorismo entre 2006 y 2011 y bajo su tutela partieron las carreras de los hijos de Alberto: Keiko, ex primera dama, congresista de la República entre 2006 y 2011, lideresa del partido y candidata presidencial en 2011 y 20116; y Kenyi, orgulloso dueño del perro Puñete (tampoco, tampoco) y congresista más votado en Lima en 2011 y 2016. Estos son los “cuatro fantásticos”, por ahora, de la dinastía Fujimori que podría perpetuarse con dos presidentes si Keiko maneja bien sus cartas y el buen Pedro Pablo sigue metiendo la pata.

La tradición de dinastías políticas, como mencioné antes, no es exclusiva en el Perú. No solo Cuba, China y Corea del Norte, países con gobiernos de partido único, tienen dinastías políticas y designaciones casi “a dedo.” Actualmente existen varias naciones con distintos sistemas políticos en las cuales existe o hay la posibilidad de una sucesión. Regímenes plenamente democráticos, democracias defectuosas como la peruana y autoritarios, clasificados por el diario español ABC Internacional, entre los cuales resaltan los Trudeau en Canadá (Pierre fue primer ministro por 15 años y Justin fue electo en 2015), los Kenyatta en Kenia (el padre Uhuru fue fundador de la nación) y los Lukashenko en Bielorrusia (gobernada actualmente por el hijo del 11 años dictador). En una situación parecida a la de los Fujimori en Perú, en medio de un proceso (electoral o no) de sucesión se encuentran EE.UU. con la candidatura de Hillary Clinton (esposa del siempre fiel Bill), Marruecos cuyo príncipe Moulay Hassan tiene solo 12 años y Rusia, donde el joven general Alexei Diumin se perfila como sucesor de Vladimir Putin. 

Y ustedes creían que solo en el Perú...
Ahora, sin irnos demasiado lejos, basta con ver a nuestros vecinos en Latinoamérica para identificar una gran cantidad de dinastías como la de los Fujimori. Vamos de norte a sur. En Colombia existe una suerte de élite política muy marcada, probablemente la más cerrada y fructífera en este continente; han destacado familias presidenciales como los López, los Lleras-Restrepo, Pastrana y Santos, familias que controlaron el comercio y principales actividades económicas en el país y así establecieron una plataforma política muy efectiva en elecciones. En Ecuador se encuentran los Arosemena, Plaza y Bucaram, esta última familia de origen libanés tuvo como presidentes a Abdalá Bucaram y Jamil Mahuad, hoy ambos en el exilio. En Brasil se encuentran los Fonseca, Kubitschek, Magalhães y Vargas-Peixoto, una lista de mayoría democrática y que perfiló al país de la samba como potencia industrial en la región. En Uruguay basta solo con una familia, los Battle, para contar con 4 presidentes en la República Oriental de los charrúas Suárez y Cavani. En Argentina podría hablarse de los Montt, Errázuriz, Pinto y Frei. Y en Argentina de los vilipendiados Perón y Kirchner, ambos en mi opinión personal protagonistas del enorme retroceso de la albiceleste. 

2da vuelta: descripción gráfica
Como se puede observar, son varias las dinastías y familias políticas a nivel mundial y especialmente en América Latina, un fenómeno al cual no está exento el Perú (solo consideren las familias Prado, Pardo, Belaúnde y el clan Acuña). Pero ¿por qué es tan fuerte la presencia de dinastías en los regímenes de nuestra región? Según Sinesio López Jiménez, sociólogo e investigador de la PUCP, el colapso de los partidos políticos y la consecuente política de caudillos y personalismos es campo fértil para las dinastías, más aún cuando la tradición es vista como fuente de legitimidad en nuestra región. Lincoln Maiztegui, historiador y profesor uruguayo, sostiene que en sociedades muy estratificadas como las latinoamericanas, en la que los sectores de poder económico y social lo trasladan al plano político, las familias se empoderan y mantienen el foco de poder bajo un círculo exclusivo. La debilidad del Estado (sistema, partidos e instituciones) abre el campo a las dinastías y fortalece la fascinación de nuestro continente por las autocracias.

Los Fujimori no inventaron la pólvora, pero si han vuelto a poner sobre la mesa la potencial sucesión de una familia política en el Perú, pero de un nuevo tipo: no sería como los tradicionales Prado o Belaúnde, o personas con apellidos de avenida, sino una dinastía cuyo origen es el de un outsider hijo de inmigrantes clase medieros ¡Horror, sálvanos Madeleine! Y si aun nos parece escandaloso este proceso (y ojo que no voy a ocultar mi evidente militancia por el #NoaKeiko), les cuento que en Honduras y Guatemala los presidentes Zelaya y Colom se divorciaron para que sus esposas puedan postular, eso es una vergüenza, no llores Nadine. Peace out y evaluemos bien el voto, sea blanco, viciado o descarte, que si es como en Game of Thrones podemos esperar que las cabezas políticas rueden pronto.


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