jueves, 27 de agosto de 2015

Dormir o no dormir, esa es la cuestión

Escribe: Lucero Quispe 

“Al que madruga, Dios lo ayuda”. Todos hemos oído aquel refrán que incentiva a ser precavido y realizar las actividades con cierta anticipación para obtener los mejores resultados (#ChauProcrastinación). Sin embargo, el tiempo pasa volando y muchas veces no alcanza para lograr todo lo que teníamos programado: leer para el control, estudiar para la práctica, trabajar, ¿respirar? Y es en ese momento en que decides sacrificar tus horas de sueño. Las horas transcurren y todos en casa duermen, aunque para ti, la noche aún es joven. Se podría decir que todo va bien hasta que, de repente, escuchas cantar a esos pajaritos al amanecer y minutos después, suena tu alarma. Sí, querido lector, te cogió la mañana y simplemente no dormiste nada. Es así que, tomando lo anterior de una forma más literal, me pregunto ¿Qué sucede con el que madruga, pero se acuesta demasiado tarde?

 Pocos son los estudios que consideran las horas que el ser humano le dedica a dormir como un bien que genera tanta (o más) utilidad que el ocio y buscan la forma de cuantificar su efecto. Para empezar, el no dormir puede generar diversos problemas. Más allá de unas marcadas ojeras, tu organismo se va deteriorando, se pueden desarrollar enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes y hasta obesidad (#YaFueLaDieta #BrokenDreams). Además, a largo plazo, la fuerza física y mental se ve afectada, por lo cual la productividad no es la misma. De aquí parte que entre los factores que determinan por qué ciertos grupos son más saludables que otros, se encuentra la relación significativa entre horas de sueño y salud, tanto así que se estaría subestimando el verdadero efecto que el dormir posee en nuestras vidas.

Las investigaciones que conocemos utilizan data sobre lo que el ser humano realiza en dos tercios de su vida, dejando de lado el tercio restante que, en promedio, utiliza para dormir. ¿Se está durmiendo más o menos que antes? Por un lado, Lauren Hale, investigadora del sueño de Stony Brook University, menciona que generalmente la data existente sobre las horas que se utilizan para dormir no es suficiente ni del todo formal. Es muy difícil que una persona calcule con precisión cuándo, cuánto y cuán bien durmió, por lo que habría un error de medición que ocasionaría un sesgo en los resultados. No es lo mismo preguntarle a alguien cuánto mide o cuántos años tiene, que cuestionarle sobre su rutina de sueño. Ya que, como de seguro a muchos les ha pasado, puedes planear dormir a las 11.00pm, ir a tu cama, relajarte, cerrar los ojos y… volverlos a abrir porque ¡recién consigues sueño una hora después! También suele darse el caso de que las respuestas no sean del todo ciertas, es decir, aumentar o disminuir “ligeramente” el número de horas que le dedicas a dormir. Puede que seas consciente que no duermes lo suficiente (#NetflixALaVena), por lo que aumentas la cantidad de horas que realmente duermes o, caso contrario, piensas que “dormir es para débiles”, y reduces el verdadero tiempo que le dedicas. El problema se agravaría más si es que las personas entrevistadas, incluidas en la muestra, no fueran del todo representativas de la población, por ejemplo, si solo se utilizan personas con mayor nivel educativo y trabajos más estables.

Por lo menos un ratito
Esto lleva a cuestionarse sobre qué grupos son los que duermen más: los que poseen mayores o menores ingresos, mujeres u hombres. Haciendo uso de un tipo de data que trata de evadir el problema mencionado, Hale señala que las personas más educadas tienen mayor probabilidad de poseer mayores ingresos por hora (salarios) y oportunidades, por lo que tienden a dormir más. No tienen por qué desvelarse preocupándose por las deudas, la inseguridad de vivir en un vecindario peligroso, ir de un trabajo a otro; de cierta forma poseen más control de su vida y su sueño. Respecto a la disparidad entre género, encuentra que en promedio las mujeres duermen aproximadamente una hora más que los hombres[1].

Aunque, esto tiene mucho sentido, Dan Hamermesh, profesor de Economía de Royal Holloway University en Londres, publicó un paper con resultados diferentes. Haciendo uso de data agregada de doce países y panel de hogares, encontró que en promedio el ser humano duerme entre 8 y 9 horas. Es necesario considerar que también toma en cuenta otros factores para hallar sus resultados (traducción: variables control) tales como el nivel educativo, edad, estado civil, número de hijos, nivel socioeconómico, entre otras. A diferencia de los 60 minutos de Hale, sus resultados arrojan que las mujeres tienden a dormir 8 minutos más que los hombres. Todo cambia si tienen pareja, las mujeres casadas duermen 6 minutos menos que las solteras, mientras que con la llegada de un bebé, los hombres disminuyen su tiempo de sueño en 8 minutos y las mujeres en 16 minutos ¡casi 42 horas a la semana!.

¡De la refurinfunflay!
Lo más sorprendente es la diferencia respecto a los ingresos. Para Hamermesh, una persona con mayores ingresos por hora disminuye su tiempo de sueño, ya que el costo de oportunidad de dormir aumenta. Recuerda que el tiempo es un bien escaso, si duermes no puedes trabajar y viceversa[2], por lo que en este caso, una hora adicional dedicada a dormir, en realidad es disminuirle tiempo al trabajo y dejar el generoso sueldo extra que recibirías si usaras dicha hora para ello; es así que calcula que por hora adicional de trabajo, el tiempo para dormir disminuye en 10 minutos[3]. Siendo completamente Freaky Economic, se podría decir que dormir ya no es una función completamente biológica, sino que responde a incentivos: si puedes hacer algo con tu tiempo como ganar dinero o invertir a futuro como estudiar, optarás por dormir menos. Aquí no se está incitando a dejar de dormir, es más, existen estudios como el de Gibson y Shrader en el que explican que el aumento permanente de sueño por una hora a la semana para todo el mundo en una ciudad, aumenta los salarios en ese lugar en aproximadamente un 4,5 %. 

Como vemos, los resultados pueden diferir, no obstante el consejo es el mismo. Todo en extremo es dañino. Si bien, dormir y ganar fuerzas es recomendable, ello no implica hibernar. Tampoco es bueno desvelarse hasta el punto de convertirse en extra de The Walking Dead. Sí, todo sacrificio valdrá la pena en un futuro, pero si quieres gozar de los frutos del esfuerzo tienes que estar saludable. Nuestro cerebro funciona como la memoria de una PC, no vale mucho estudiar largas horas si no se duerme lo suficiente y bien, ya que lo que terminas ocasionando es que se sobrecargue el sistema y finalmente, reduzcas tu capacidad de asimilar más conocimiento. La estrategia es encontrar un punto de equilibrio y ser eficiente hasta para dormir.



Pd1: Existen otros consejos como evitar las pantallas mínimo 10min antes de dormir, encontrar un libro relajante, reducir los niveles de nicotina, cafeína y alcohol. ¡Es sólo una sugerencia!

[1] “En promedio”: en negrita, tamaño 100 y resaltado para evitar todo tipo de generalizaciones.
[2] A menos que exista un trabajo que te pague por dormir (vale la pena soñar).
[3] Si deseas leer un poco más de esos resultados, aquí está el paper: http://www.nber.org/papers/w2988.pdf.

Pd2: Si te gustó este artículo, no te olvides de compartirlo y de seguirnos en fb: www.facebook.com/vozactual


No hay comentarios.:

Publicar un comentario