martes, 18 de agosto de 2015

El Chapo ¿Santo o Villano?

Escribe: Mario Rivera


Nuevamente libre, nuevamente impune
“Merece una capilla” es el sentir de un habitante de Badiraguato, una de las cunas del narcotráfico y del Chapo Guzmán. La razón es simple “el Chapo es generoso”, ayudó a mucha gente e incluso a diferencia de otros no roba para dar, el solo tiene y da. Entre admiración y odio, una sonrisa y un ceño fruncido, oscilan las reacciones al preguntar por este personaje de sangre y muerte en las propias manos. ¿Un salvador? Aún es visto así por muchos.


La mitificación de este Super Robin Hood parece inexplicable, pues la balanza a simple vista debería inclinarse por el lado de los nefastos problemas que ocasiona como la muerte, la sangre, las drogas, los sicariatos, entre otros. No obstante, no se trata de personas irracionales, sino de individuos que enfrentan otra realidad a la tranquilidad acostumbrada por muchos de nosotros. Al desmenuzar algunos de los pilares importantes de la actual sociedad mexicana se puede ofrecer una nueva perspectiva de la situación.

Un factor importante es el tiempo del narcotráfico como crimen organizado, la sociedad vive con este cáncer desde hace varias décadas. La sangre y las muertes que rodean al narcotráfico han sido algo con lo que han nacido muchos pobladores y que se repite día tras día. En otros términos, se produce una desensibilización, la sociedad empieza a aceptar el mal como algo natural. “Si no puedes contra ellos, úneteles” parece responder la sociedad mexicana al problema del narcotráfico y por ende al Chapo Guzmán. 

Sígueme y te sigo (?) Clara muestra de apoyo al Chapo en Sinaloa
Al naturalizarse estas prácticas, las desventajas se difuminan y es lógico que pequeñas pinceladas positivas empiecen a dominar la opinión pública. Una de estas consecuencias positivas es el desarrollo de la economía que envuelve a todo el negocio del narcotráfico. Es un negocio ilegal, pero negocio al fin y al cabo, y muy lucrativo por cierto. El dinero se concentra en pocas manos, pero las migajas parecen mantener a la sociedad contenta. Uno se gana la vida por el narcotráfico, estas migajas permiten a muchos encontrar trabajo en la narco-cadena productiva. 

Asimismo, los jefes de los cárteles controlan municipios, distritos, y estados enteros por el poder político y económico que ostentan. El primero, no es un poder ganado en las urnas, sino uno “ganado en la calle”, son autoridades del temor a punta de balazos y asesinatos, que infunden respeto entre la población. El segundo, es decir el poder económico, obtiene la gratitud de los pobladores, pues el narcotráfico es visto como la salvación. Las migajas les permiten ver un mañana y agradecen por ello.

¿Por qué solo las migajas del narcotráfico permiten ver un futuro? El Estado brilla por su ausencia en muchos lugares, y esa debilidad institucional es otro factor de la sociedad mexicana. Simplemente no hay resultados. A pesar del fuerte gasto gubernamental, la pobreza aumentó en 3.7% de 2012 a 2014, mientras que la pobreza extrema se redujo de manera casi imperceptible. Los valores absolutos en 2014 (46.2% y 9.5% para pobreza y pobreza extrema respectivamente) tampoco muestran un panorama alentador, pues ubica a México, una potencia dentro del campo latinoamericano en una posición de descenso en la lucha contra la pobreza.

¿Y ahora quién podrá defenderme? (?)
Al pobre desempeño, se le suma la evidente falta de autoridad. El escape del Chapo hace aproximadamente un mes es un claro reflejo de esto. ¿Para qué volver a capturarlo si de igual manera se volverá a escapar? Es la incógnita de muchos, y la respuesta que busca incesantemente el gobierno de Enrique Peña Nieto. Existe una autoridad legal, pero quien hace y deshace dentro de México es el narcotráfico. La legitimidad la brinda la población, y el narcotráfico va ganando terreno en este campo. 

Finalmente, el Chapo es parte de todo esto, de una sociedad que se conforma con migajas, que no lucha, pero que tampoco tiene un camino claro de salida. El narcotráfico es igual que su producto para la sociedad, es adictivo, uno se acostumbra pues produce un placer momentáneo, pero carcome el cuerpo minuto a minuto. “Ya va a haber dinero, ya escapó” fue uno de los comentarios que se escuchó tras su escape. La impunidad es consecuencia esta situación, y seguirá existiendo mientras se siga siendo simplemente una sociedad de migajas.

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