domingo, 25 de octubre de 2015

Lima 2019: ¡Hay que decidir con inteligencia!

Escribe: Tomás Reto

Hace ya más de un año Lima ganó la grandiosa oportunidad de ser la sede de los Juegos Panamericanos del 2019, tras un votación que nos favoreció mucho y pudimos superar a Santiago (en algo le ganamos a Chile, al menos). No obstante, creo que aún tenemos que tomar conciencia que los Juegos Panamericanos no solo son una oportunidad para inscribirnos como país capaz de organizar un gran evento deportivo, sino que pueden traernos muchas oportunidades para desarrollar nuestra capital. Si no, podemos perder la oportunidad para despegar Lima, pasar roche organizando unos Panamericanos “promedio” o peor aún, perdiendo la sede ante Chile que ya ha tenido amagos para aprovechar nuestros problemas organizativos.

Nuestro logo al 2019 en una fija para los Panamericanos: El Nacional

¿Por qué son tan importantes los Panamericanos? Luego de las Olimpiadas y el Mundial de Fútbol, los Panamericanos bien podrían ser considerados los eventos deportivos más importantes del mundo. Habrá 38 disciplinas deportivas (que este año incluyen el surf, propuesto por la ciudad organizadora porque tenemos posibilidades de medalla) que serán disputadas por todos los países del continente americano. La nueva Villa Deportiva que debe ser construida en los próximos dos años va a albergar a más de 8,000 personas entre deportistas, equipo de soporte y en general las delegaciones de todos los países. En ese sentido, estos grandes números nos dan a entender que los Panamericanos son todo un reto para el Perú.

Ante ello, a la fecha aún no se aprueba el “Plan Maestro” que detalla y define exactamente qué obras se realizarán y dónde se efectuarán. Debería estar aprobado hacia fin de años, y considerando las demoras del Estado en generar las contrataciones para la construcción de la nueva infraestructura, el tiempo es una variable que puede afectar al Perú en la organización del evento deportivo más grande en nuestra historia.

Según Luis Salazar, presidente del comité organizador de Lima 2019 (COPAL), aún no se está fuera de plazo en las construcciones. Puede ser cierto, pero la inversión que se realice de entre 1,000 y 1,500 millones de soles no se puede tomar a la ligera. Es sobre la base del Plan Maestro que se elaborarán los perfiles técnicos de las obras a realizarse. Si se toman decisiones desacertadas en el camino que se generen por la lucha contra el tiempo, la inversión puede terminar perdiendo valor en el tiempo.

En términos prácticos, por ejemplo, la decisión de la ubicación y de las características técnicas de la gran villa panamericana es un detalle no menor, porque más allá de los Panamericanos, la infraestructura debe ser utilizada para otros fines luego de los Juegos. La villa tiene que estar ubicada espacialmente cerca de los principales coliseos deportivos y debe además tener las facilidades para que pueda ser vendida como gran complejo inmobiliario tras la realización de los Juegos. Además, según ESAN, se necesitan casi 75,000 camas para albergar a los visitantes, cuando nuestro complejo hotelero no supera las 27,000. Así, el Estado necesita tener una estrategia empresarial para que la infraestructura que se construya sea una inversión y no un gasto, y que permita que el Perú logre mayores beneficios que los gastos en adecuarnos a la cita. No olvidemos la gran inversión realizada para la Copa América en 2004 para remodelar estadios en provincia que rara vez son llenados en más de la mitad de su capacidad. La inversión debe ser inteligente, con mirada empresarial, y ante un cronograma ajustado, la probabilidad de tomar decisiones desacertadas es lógicamente mayor.

Asimismo, para realizar un evento de tal magnitud, el desarrollo del sector transporte debe ir de la mano para minimizar los problemas de tránsito en Lima. Habría que reducir la inseguridad ciudadana, y sobre todo, fomentar el deporte peruano para que no hagamos papelón en nuestros Juegos Panamericanos. Este milenio, salvo en el 2003, los países organizadores no bajaron del cuarto lugar del medallero. Incluso República Dominicana en el 2003 logró 41 medallas, casi el triple de lo logrado por nuestros muchachos en Toronto (tema aparte, tendríamos que mejorar DEMASIADO nuestra capacidad para no caer en dopings ingenuos). No es fácil, pero es hora de demostrar al mundo que Perú está para grandes cosas (yo sí confío en ti, Gareca). A chambear nomás.



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