Es verdad que hay muchas cosas que se podrían criticar al gobierno actual: el desatino para hablar de Humala y los ministros, la lenta reacción ante la desaceleración económica o la poca claridad en casos aparentes de corrupción como el de López-Meneses. Yo también me he sentido bastante molesto y a veces indignado por cosas como estas. No obstante, es importante reconocer cuando el Estado logra acertar en sus políticas públicas.
Justamente así uno se da cuenta que los impuestos que se cobran a nuestro trabajo o nuestras empresas se gasta de una buena forma y ayudan a quienes debería ayudarse. Los tambos son un buen intento del Estado por lograrlo, y sobre esta buena (en mi opinión) política tratará el artículo.
Es poco debatible (creo, ¿no?) que debemos apoyar a la población rural de nuestro país que, según el INEI, presenta una tasa de pobreza de 48% al 2013. ¡Prácticamente, uno de cada dos pobladores rurales es pobre! Esta población rural es pobre, sugiero, por razones que en muchos casos escapan a sus posibilidades de acción: bajos niveles educativos y poca rentabilidad de sus actividades económicas, la dispersión poblacional (pocas personas viviendo en un centro poblado) y el alejamiento geográfico que dificultan que el Estado pueda proveer servicios públicos a dichas poblaciones, entre otros. Muchas veces, estas personas son pobres no porque sean ociosos, no les guste trabajar o no tengan deseos de superación, sino que no tienen las herramientas necesarias para salir adelante o, lamentablemente, nacieron en una situación desventajosa.
Por todo lo mencionado, un buen ejemplo de un gran acierto del Estado es el desarrollo e implementación de los Tambos para combatir las malas condiciones en las que viven las poblaciones rurales pobres. ¿Qué intenta ser un Tambo? De manera sencilla, un tambo busca convertirse en una plataforma física de servicios con un buen equipamiento moderno. ¿Cuál es la idea? Imagen cómo es la vida en zonas rurales. Hay que recordar que un centro poblado es denominado rural cuando tiene menos de 2,000 habitantes. Entonces, en un área geográfica es posible encontrar diversos centros poblados rurales chicos alejados espacialmente unos de otros. Un tambo muy ubicado estratégicamente entre un grupo de centros poblados se convierte en la representación del Estado en zonas muy alejadas para brindarles, en el óptimo, todo tipo de servicios públicos.
De hecho, un buen funcionamiento de tambos exige que el Estado mejore una de las características más débiles que tiene: la coordinación interinstitucional. Los tambos están a cargo del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento y como se ha podido ver antes para lograr el éxito del programa se necesita el apoyo y coordinación con diferentes ministerios: MIDIS, MINAGRI, MINSA, MIMP, entre otros. No obstante, en mi opinión, este es un buen intento para apoyar a personas históricamente olvidadas por el Estado. Más allá de los desafíos que implica su buena implementación, acercar el Estado a las personas más pobres y proveer los servicios públicos más importantes podrá generar que las condiciones de vida en zonas rurales, poco a poco, mejores, para gusto (espero) de todos los peruanos.
Pero como no todo es tan bonito siempre, en mi próximo artículo de Voz Actual comentaré, literal, lo que solo pasa en el Perú y cómo el Estado puede con malas políticas (o mal implementadas) afectar a la población. ¿Alguna idea interesante que quieran que investigue / debata? Cualquier idea será bien recibida.
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