Escribe: Mario Rivera
A modo de artículo especial en Voz Actual, recordamos la difícil situación de Brasil a fines de año.
Solo en este año 490 policías han muerto de forma violenta en tierras brasileñas. Asimismo, seis personas mueren cada día a manos de las fuerzas policiales. Asesinan y son asesinados, los golpes vienen de uno y otro lado, las acusaciones son mutuas, y el desconcierto es grande ¿qué sucede en Brasil?
El análisis de esta ola de violencia va más allá de situaciones coyunturales, se basa en temas más profundos de la cultura brasileña. Una característica importante son sus 21 años de régimen militar (1964-1985). Según estudios, esto hace a los ciudadanos más propensos a ver la violencia como un mecanismo control del delito válido y no como un exceso. Otra herencia de este tipo de régimen es la debilidad de las instituciones. Si la corrupción domina el sistema legal ¿para qué intentar procesar al criminal? La violencia como uno de los pocos métodos efectivos de persuasión se vuelve cada vez más atractiva.
Ligada a la baja institucionalidad, la población percibe una injusta “inmunidad policial”. Otro estudio, de la Universidad Federal de Sao Carlos, reveló que de casi un millón de policías investigados por muertes entre 2009 y 2011, 94% fue absuelto sin cargos en su contra. Esto evidentemente despierta un sentimiento de injusticia, y se proyecta como otra posible causa de acciones violentas.
No obstante, la violencia no se limita a ciudadanos y policías. Esto es quizás el reflejo de una realidad mucho más compleja. Según el Foro Brasileño de Seguridad Pública, los costos de la violencia en Brasil bordearon los US$ 100, 000 millones el año pasado. Asimismo, señaló que cada 10 minutos una persona fue asesinada en Brasil el año pasado (se registró 55,646 muertes violentas). La comparación a nivel regional tampoco es positiva para los brasileños. En 2011 registró una tasa de homicidios solo comparable con la mexicana, estando por encima de países como Venezuela y Colombia.
Por otro lado, como es común en situaciones de tensión, las minorías son los grupos más afectados. El mismo informe señala que los brasileños de tez oscura tienen 30.5% más probabilidades de ser víctimas de homicidio y 18.4% más oportunidades de ser encarcelados. Asimismo, la tasa de brasileños negros muertos por la policía en 2011 fue tres veces superior a la de los blancos (y el 79% involucrado en estos hechos fueron individuos de tez clara).
Las nuevas elecciones y la caída en el crecimiento económico han sido el foco de críticas ante esta situación. Era esperable una crisis política ante tales niveles de corrupción y acusaciones como la de Petrobras. En el plano económico, el excesivo gasto fiscal parece estar minando la propia economía. Sin embargo, recordemos que si bien son detonantes importantes, no son la causa principal.
La violencia no tiene cuando parar en Brasil, los problemas estructurales siguen pasando factura. Como bien sustenta Luciana Guimaraes, directora del Instituto Sou da Paz “volvimos a la época en que se creía que el crimen se combatía sólo con balas”.
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