domingo, 1 de febrero de 2015

¡Crezcamos, pero con orden! Un Perú con mejores ciudades

Escribe: Tomás Reto



¿Cuántos de nosotros hemos renegado por el tráfico limeño? ¿Cuántos de los vecinos de Villa El Salvador, Puente Piedra, San Juan de Lurigancho, entre otros, pasan horas solo movilizándose hacia sus puestos de trabajo en al gran Lima real? Aquella que se encuentra en el centro financiero, Miraflores o en el Centro de Lima.


Una verdad que todos conocemos es que Lima no es una ciudad ordenada. Se han generado grandes congestiones vehiculares, hay calles y avenidas poco articuladas, entre otros. Quiero comentarles en este artículo cómo se ha generado esta gran Lima desordenada porque creo que solo así podemos aprender cómo enfrentar el crecimiento de otras ciudades en nuestro país que apuntan a convertirse en grandes urbes.

El Perú ha enfrentado un proceso de urbanización durante el siglo pasado, al igual que otros países de Latinoamérica. En 1940, el 35% de la población vivía en zonas urbanas, en 1972 el porcentaje subió a 59.5% y según el censo del 2007, el 76% de la población vive en zonas urbanas. ¿Por qué se genera este fenómeno? Varias razones, de hecho. Durante la época del terrorismo, muchas zonas en la sierra peruana fueron duramente atacadas tanto por policías como por terroristas (cualquier duda, vean “Chungui, Horror sin Lágrimas”, película que vi en un curso que lleve en la UP con Liuba Kogan). Así, muchas personas huyendo de esta vida emigraron a la costa que en términos relativos era más segura. Y no solo eso, también el fuerte centralismo y la búsqueda de mejores oportunidades de desarrollo propiciaron que la población del campo migre hacia las ciudades.

Y claro, imagínense por un momento cómo se desarrolló todo. Lima empezó a recibir rápidamente a miles de personas provenientes del campo que fueron poco a poco tomando las zonas centrales de Lima y cuando ya no fue posible, se empieza a tomar la periferia. Así, como resaltan Castellanos, Joseph y Ubillús en “Lima, ciudad cada vez menos pretenciosa”, entre 1960 y 1963 se forman las barriadas que constituyen la base del Cono Norte (Independencia, Tahuantisuyo, El Carmen) y el Cono Sur de la ciudad. Se constituyen nuevos distritos: Comas, Independencia, Villa María del Triunfo y San Juan de Miraflores, tanto en el cono norte como en el cono sur.

¿Qué consecuencias tenemos? Tras un proceso desordenado sin un gobierno que haya planificado el crecimiento urbano de Lima (que fue ciertamente acelerado por las características del desarrollo en nuestro país), tenemos una ciudad poco compacta. Una ciudad de conos con un sistema urbano poco consolidado y con serios problemas de transporte. Porque el óptimo sería que aquel vecino que vive en San Juan de Lurigancho se transporte entre 20 y 30 minutos para asistir a un buen trabajo, pero en realidad debe movilizarse hacia San Isidro o Surco.

Esto es justamente lo que debemos evitar con las siguientes ciudades en desarrollarse. Tenemos ciudades grandes como Arequipa, Trujillo o Chiclayo en las que aún es posible trabajar un Plan de Desarrollo Urbano (PDU) que ordene el crecimiento de los próximos años. Según la ley peruana, los PDU zonifican el uso de suelos, ordenan un plan vial y de transporte, entienden los requerimientos de vivienda para determinan áeas de expansión urbana según las condiciones de cada país, atienden los requerimientos de infraestructuras, entre otros. ¿Se imaginan qué sería de Lima si el Estado (uno bueno, claro está) en su momento hubiese pensado en cómo construir esta gran metrópolis de más de 9 millones de habitantes? Habría más de un centro financiero, más de un corazón de la ciudad y probablemente tendríamos un sistema de transporte más integrado.

Lamentablemente, los PDU son responsabilidad de los gobiernos sub-nacionales y en la práctica dedicar recursos económicos en planificar el crecimiento urbano no resulta tan rentable electoralmente como otras actividades (parques, lozas deportivas). No obstante, con PDU bien elaborados y sobre todo con gobiernos sub nacionales capaces de ejercer autoridad en regular el crecimiento urbano, las nuevas ciudades probablemente estarán mejor compactadas. Esta idea en particular debe calar en aquellos gobernantes y habitantes de las ciudades con alto potencial demográfico y económico pero que aún están en proceso de desarrollo como Jaén, Mollendo, Pisco, según resalta Perú Económico en su edición “En búsqueda de las ciudades intermedias”.

Así, cuando cada uno de nosotros acceda a puestos de alto poder, no perdamos de vista que debemos todos aportar a generar crecimiento, pero ordenado. En un país donde el orden no impera (solo miremos la cantidad de informales), debemos aprender a ser un poco más consecuentes con lo que queremos: mejores sistemas urbanos, más planeamiento. Escojamos autoridades que no solo piensen en el corto plazo sino que tengan un proyecto de ciudad para que algunos años las demás generaciones de ciudades en el interior del país no se enfrenten a tránsitos cargados como el de Lima.

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