lunes, 21 de abril de 2014

Democracia sin República

Escribe: Diego Calderón


La falta de partidos políticos, aunado al descontento popular, podrían estar gestando el escenario ideal para un golpe militar. Según The Economist, el subdesarrollo político terminará entrampando los avances económicos en el Perú, al estilo del modelo italiano.


Cuando Alberto Fujimori postulaba por primera vez a la presidencia, este era apenas un desconocido para el entorno político tradicional. La gente, como en muchas etapas oscuras de nuestra política, se encontraba decepcionada y hasta extenuada de los mismos rostros. Es por ello, que el “outsider”, finalmente logró imponerse en las urnas, contra un recién enarbolado FREDEMO, liderado por Vargas Llosa. 

El desenlace de esta historia es conocido por todos los peruanos, pero más allá de las opiniones polarizadas, han sido los abusos de poder y el autogolpe de estado, además de los atropellos contra la vida, evidencias más que suficientes de una ruptura de nuestros regímenes democráticos en la década de 1990. 


De la misma forma que la coyuntura llevó a Fujimori al poder, actualmente, la falta de representación de los partidos políticos y la amargura popular se evidencian en las últimas cifras de IPSOS – publicadas el domingo 20 de abril - , en la que la aprobación del presidente Humala se encuentra en apenas 24%.

Asimismo, la encuesta de IPSOS nos muestra algo que, sin duda, debería ser alarmante para la defensa de nuestra democracia. El 74% de los encuestados desaprobó la gestión del Gobierno, mientras que un 83% rechazó la labor del Congreso de la República. Es decir, la desazón por nuestra política tradicional ha comenzado a tener eco, y cada día se torna más profunda a tal punto de ser preocupante. 

Lamentablemente, este hecho no solo obedece a la coyuntura nacional, sino que es una disconformidad generalizada en la región. Bastaría con mencionar los casos de algunos de los presidentes más recientes que no culminaron su mandato debido a la decepción ciudadana. Tenemos a Sánchez de Lozada en Bolivia (2003), Lucio Gutiérrez (2005), Jamil Mahuad (2000), Abdalá Bucaram (1997) en Ecuador, y Fernando de la Rúa (2001) en Argentina. 

En cada uno de los casos mencionados, fue tan radical la oposición de los ciudadanos, que los presidentes tuvieron que declinar. En el caso peruano, no hace falta mencionar a Susana Villarán, quien estuvo al borde de ser revocada el año pasado. Recordemos que ella provino de un movimiento político débil y sin historia, improvisado y carente de ideas. Este es un hecho que también se refleja en nuestros gobernantes regionales, pues 23 de los 25 son independientes. 

Los partidos políticos, como han señalado los expertos Henry Pease, Steven Levistky, Julio Cotler, Martín Tanaka, Alberto Vergara, entre otros, son necesarios para comunicar las necesidades ciudadanas, y si estos están ausentes, no habrá una representación de los intereses del pueblo, lo cual provocará la sensación de un desgobierno, pues no tendrían un líder al cual acudir. Los independientes, por más capaces que sean, jamás podrán conocer lo que una multitud requiere, de manera que cuando lleguen al poder, la percepción será de vacío político. 


El viernes 11 de abril, la revista The Economist le dedicó unas palabras a nuestra simpática pareja presidencial. Sobre todo les recordó que, pese a tener una gran cantidad de tecnócratas en los puestos claves del ejecutivo, de nada servía seguir trabajando contra la desigualdad y priorizando los avances macroeconómicos, si la debilidad política con la cual estaban gobernando iba a terminar atrapando sus logros. 

La revista británica hizo referencia al modelo italiano de la posguerra, pues este contaba con gente muy capacitada en los puestos más importantes del Ejecutivo; sin embargo, el subdesarrollo político frenó los avances en materia económica. Según The Economist, actualmente Italia está en una crisis propia de estas consecuencias. 

Para Mario Vargas Llosa, este entorno político podría estar propiciando la fórmula perfecta para un golpe de estado militar, tal como ha ocurrido en más de una oportunidad. Y para Cotler, se estaría gestando el escenario ideal para la aparición de un nuevo “outsider”, quien con la etiqueta de “salvador”, terminaría gobernándonos el próximo quinquenio. Al parecer, estas ideas descabelladas en un inicio, comienzan a ser más reales.

Esperamos que por el bien de la democracia, ninguno de estos escenarios se concrete y, por el contrario, el elector no olvide la incertidumbre a la cual nos enfrentamos cuando se escoge a un desconocido. Para lograr esto, el fortalecimiento de los partidos políticos es fundamental. Se debe trabajar en este sentido y no favorecer a los intereses de candidaturas esporádicas ni permitir fusiones partidarias sin fundamento. 

Las elecciones presidenciales del 2016 están cada vez más cerca. Así que, la iniciativa de comenzar con la gestación de partidos políticos debe provenir del Legislativo, de manera que se promulguen leyes favorables a la creación de los mismos.





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