miércoles, 30 de abril de 2014

La Suecia que Zlatan no quiere ver

Escribe: Youssef Abi-Fadel
A raíz de la crisis que ha atravesado Europa continental y como ello ha llevado a países como España e Italia a tasas de desempleo alrededor del 26%, la región nórdica se ha convertido en el nuevo destino de los inmigrantes asiáticos, indoeuropeos, pocos africanos y latinoamericanos e incluso algunos jóvenes españoles, griegos y balcánicos. Si bien las barreras a la movilización internacional de personas es más permisiva cerca al círculo polar ártico, son otros los retos que afronta esta nueva clase de errantes.



Siempre en los primeros lugares en los índices de calidad de vida y felicidad, países como Noruega, Suecia y Finlandia (este último en menor medida) se han ido transformando últimamente en las nuevas “tierras prometidas” y han modificado parcialmente la imagen del inmigrante balsero que llegaba desde Burkina Faso, pasando por Libia, a las costas de Sicilia y Mallorca por trabajos de subsistencia; ¿cambiaron los inmigrantes en Europa? No me malinterpreten, se trata de peregrinaciones totalmente distintas: la migración tradicional, e ilegal, hacia el Club Méditerranée suele tratarse de individuos que llegan solos al país de destino con el objetivo de trabajar para sobrevivir y aspiran a traer a sus familias para lograr condiciones de vida al menos a un nivel aceptable; la migración hacia Noruega y Suecia esta mas bien protagonizada por familias enteras o jóvenes con niveles de instrucción superiores y, por ende, aspiraciones totalmente distintas, tales como mejorar su ya digna calidad de vida (relativa al mundo evidentemente), trabajar en la profesión que han estudiado y adaptarse a una nueva sociedad sin que ello entre en conflicto con la formación de los paraísos comunales de Manuel Castells.

¿Por qué ir hacia el norte? ¿Cuál es el atractivo de estos exuberantes destinos? De acuerdo con el Centro Regional de Información de las Naciones Unidas para Europa Occidental, el modelo emprendido en el largo plazo por las socialdemocracias de la región han generado una eficaz gestión del riesgo social, apuntalada por sistemas de educación, salud y prestaciones por desempleo que han conducido a altos niveles de competitividad económica, cohesión social y auténticos estados de bienestar. Uno de las principales dificultades que debe enfrentar quien llega es el clima, muy frío y con cambios en la duración de los días de acuerdo a la estación, así como la idiosincrasia: deben aprender el idioma y adaptarse a la cultura y tradiciones locales. Claros frutos de procesos migratorios que datan de finales de la década de 1980 se pueden ver en una distribución demográfica dinámica y variable, con colonias turcas que se acercan a los 3 millones de personas que ya componen su comunidad en Alemania, también hay cambios en religión, con el Islam en rápido pero conflictivo crecimiento, todo ello palpable en selecciones de futbol multiétnicas en las que no solo hay un Olafsson, sino también un Ibrahimovic (ascendencia bosnio-croata), Behrang Safari (nacido en Irán) y un John Carew (origen gambiano). Cabe resaltar que las bajas tasas de natalidad también han jugado un rol vital en la apertura que estos países han tenido con el fenómeno migratorio masivo.

Sin embargo, la experiencia migratoria no es para nada paradisiaca y tampoco así la convivencia y leyes relativas a migraciones en los países nórdicos: la afluencia de poblaciones divergentes en religión y cultura, aun cuando sean personas con formación superior y de clase media, no solo han promovido la natural redistribución de ingresos a nivel local, sino que, como puede ser revisado en teorías de movilidad internacional, afecta de manera duradera las posibilidades de convivencia y sustentación del sistema de bienestar.

En Suecia, una importante proporción de inmigrantes son musulmanes y ellos han formado sociedades paralelas en los suburbios y alrededores de las ciudades, en grupos cuya autoexclusión y nula adaptación a su entorno han motivado creciente resistencia en las instituciones estatales; es tal el caso que la tercera fuerza parlamentaria en este país es un partido de inspiración nazi, cuyo líder, Jimmie Akesson, sostiene: "Los musulmanes son la mayor amenaza para nuestro país en la actualidad". En Oslo, la tasa de desempleo juvenil ha aumentado sustancialmente y desde Estocolmo señalan que no es sostenible la recepción de muchos más inmigrantes, incluso de aquellos europeos que llegan asegurando un trabajo en labores cualificadas. Ejemplos de racismo institucional han sido registrados por el equipo de periodistas independiente de The Ragged Army, quienes señalan que en Suecia la policía se rige por perfiles raciales para detener y pedir documentación a las personas en la calle, tal cual la “la migra” persigue inmigrantes en la frontera entre EE.UU. y México. No pretendo victimizar al inmigrante: es cierta la falta de adaptación a la realidad del país receptor y la casi inherente incompatibilidad cultural con ciertas colonias.

Como un activo cuyo precio se infla para luego desplomarse por las especulaciones del mercado, espero honestamente que en Europa no se tome el destino como una opción transable y sobreexplotada, al punto de que el único camino y el más efectivo sea cerrar las puertas, porque la xenofobia puede tener su origen en inmigrantes que no pueden (o no quieren) adaptarse. ¿Nos vamos al norte, bien al norte? Cuando ellos pongan el techo surgirá otro nuevo destino idílico, quizás Perú. No, creo que no.



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