Comercio: back to basics

Escribe: Juan Carlos Salinas

Despertamos con la alarma de un reloj suizo. Nos vestimos con prendas chinas, utilizamos perfumes franceses, nos movilizamos en automóviles alemanes hacia nuestros centros de estudio, los cuales han sido construidos con materiales posiblemente importados. En el camino nos informamos con diarios británicos. Utilizamos computadoras japonesas, disfrutamos almuerzos en franquicias de otros países. Al estudiar, muchas veces leemos libros y aplicamos modelos de escritores extranjeros.

Cada vez más el mundo se hace más pequeño. Gracias a las innovaciones tecnológicas, ahora uno puede entrar a un navegador de internet y ordenar la compra de un Iphone 6 que se encuentra en EE.UU., y traerlo al país. Claramente, el comercio internacional se ha facilitado enormemente.

Imaginemos por un segundo que el Perú se cierra al mundo en materia comercial. ¿Cómo se satisfacía la demanda de bienes tecnológicos, si es que el país no tiene esa capacidad? ¿Cómo cubrimos la demanda de bienes de primera necesidad que no se producen en el país? ¿Quién nos proveería de maquinaria para la minería? O, mejor aún, ¿a quién le venderíamos nuestras materias primas?

Claramente, la economía peruana se volvería más ineficiente. ¿Por qué? Porque para satisfacer la demanda de los diversos mercados (exceso de demanda), cierto grupo de empresarios que se encuentran produciendo en exceso y no tienen donde poner sus productos (exceso de oferta) cambiarán de negocio y empezarán a cubrir las oportunidades existentes. Esto reduce la eficiencia.

Un primer caso es el de los bienes de alto valor agregado, como los tecnológicos. Está claro que los empresarios de, por ejemplo, espárragos, no van a poder utilizar el capital invertido para producir laptops. Tendrán que invertir en investigación y desarrollo (I&D) e internalizar el know-how para lograrlo, además de vender las maquinarias que, en muchos casos, se vuelven un costo hundido de la planta.

Un segundo caso son bienes que no requieren de tanto proceso productivo, sino que dependen de la dotación inicial de recursos naturales. Nosotros no podemos producir especias: estas son importadas de India. Nuestras condiciones geográficas y climáticas no permiten producirlas, así como no es muy común producir quinua en Europa.

El comercio internacional permite la especialización, lo que genera una ventaja comparativa para los distintos países. En términos simples: si somos buenos produciendo espárragos más que los demás países ya sea por una mayor productividad agrícola o por salarios más competitivos, las industrias deben de concentrarse en ese sector. De esta manera, se van a generar economías a escala, y estas industrias serán más eficientes. 

Entonces… ¿exportar siempre es bueno?

Depende. Hay que recordar que la ventaja comparativa es dinámica, no estática. Nosotros, siendo un país netamente exportador de materias primas, no podemos quedarnos con ello. Y es que un país que exporta materias primas no va a tener el mismo crecimiento que uno está especializado en productos que generan mayor valor agregado, como las industrias. En otras palabras, hace falta un “catching up”: al ser un país en vías de desarrollo, el Perú debe alcanzar la tecnología que llevan a cabo los países más avanzados, lo que nos permitiría conformar estructuras productivas más eficientes y ser competitivos en el mercado mundial.

Es necesario que el país se desarrolle de manera descentralizada para que así la industria permita generar productos con valor agregado. Esta es la única manera de dejar de depender de los recursos naturales (minería), lo que se denomina la “enfermedad holandesa”.

Antes de terminar con el artículo, les dejo una pregunta para reflexionar: 

¿Por qué cuando uno camina por las calles aprecia que, en ciertas calles se pueden encontrar una serie de farmacias (u ópticas), una junto a otra? ¿No sería lógico poner un negocio lejos del competidor para sacar más ganancias?

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