Christopher Nolan (Londres, 1970) se
ha caracterizado por presentarnos films de alta factura visual, sólidas líneas
argumentales y, sobre todo, tramas con giros inteligentes y bien pensados:
fórmula que termina dibujando historias resueltas de modo similar a los trucos
de magia clásicos. Con Interstellar todos estos ingredientes están presentes,
pero, en este caso, al elevar tanto la expectativa, el film no culmina en muy
buenos términos. En resumen, promete más de lo que da. Veamos por qué.
El film nos inscribe en un futuro distópico donde la Tierra ya no puede sostener a la humanidad: el irresponsable despilfarro de recursos en el siglo XX ha puesto al planeta en nuestra contra a través de diversas plagas y de fuertes tormentas de polvo que han reducido a la población a una comunidad principalmente agrícola. En este mundo viven en una casa en medio del campo, Cooper (Matthew McConaughey) ex piloto de la NASA, ahora agricultor con toda las características de un cowboy clásico; su suegro Donald (John Lithgow), personaje entrañable que representa a nuestra generación en la Tierra, y dos niños: Tom (Timothée Chalamet, luego interpretado por Casey Affleck) y Murph (Mackenzie Foy de niña, luego interpretada por Jessica Chastain) quien piensa que la casa donde están hay fantasmas. En un momento de la historia, las tormentas aumentan en intensidad y se descubre que los “fantasmas” de casa tienen un mensaje para sus habitantes. Este mensaje los lleva a vincularse con la NASA, dirigida por el Dr. Brand (Michael Caine), y a implicar a Cooper en un viaje a través del cosmos en búsqueda de un nuevo planeta para la humanidad; y a Murph dentro de la exploración matemática, también central para culminar el mismo objetivo: así, padre e hija se separan y el film se convierte en una metáfora extensa para su posible rencuentro.
En términos formales, Interstellar es
impecable, siendo su principal aporte, en nuestra opinión, el excelente
encuentro entre música, imágenes y evocación de sentimientos. Es ahí donde la
edición de sonido se amalgama perfectamente con el tiempo de la historia y el
carácter dramático de cada momento. En este mismo sentido, la fotografía juega
un papel central que es cumplido a la perfección. Recuérdese que hay una
travesía planetaria de por medio y es la visión el sentido más estimulado. La
fotografía permite mantener la grandilocuencia de la situación y posicionar al
espectador al mismo nivel de los personajes. Efecto, sin duda, pensado por el
director para la experiencia en el cine[1].
La historia surge de un breve cuento
del hermano de Nolan, Jonathan Nolan y es desarrollado como guión junto a su
hermano. En él, los diálogos son acertados, incluso cuando están implicadas
ideas del futuro, como por ejemplo, la ausencia de milicia, la coexistencia con
la tecnología, el futuro educativo de los niños, etc., este es claro en su
desarrollo. Una evidencia puntual del excelente dominio del guión es la
presencia de los robots TARS y CASE a quienes se les regula el porcentaje de
humor y este cambia adecuadamente con la escala sugerida. Asimismo, la tensión
existente en el viaje se hace manifiesta en las conversaciones o en los
silencios que el texto dispone. Sobre el papel, el film no falla, incluso,
parecería ser uno de sus características más sólidas.
Asimismo, hay una larga lista de
aportes conceptuales propios del film: ideas que el film esboza como parte de
su relato y que representan alcances interesantes para repensar algunos tópicos.
El primer punto es la idea de comunicación y su relación con el ser humano. En
cierta medida, el film puede reducirse a una sofisticación de la capacidad
comunicativa del ser humano. Si bien compartida por otras especies, nunca de la
forma en que el ser humano la hace su sello distintivo. Esto se encuentra en
las diversas formas que los “fantasmas” intentan comunicarse, o las tecnologías
de enlaces cuánticos que permiten comunicarse desde lo más recóndito de la
galaxia, o en el grado de sinceridad que hay en las mismas conversaciones. Este
elemento en central, y puede servir para seguir explorando los aportes del
film. Nosotros solo dejaremos esto como un apunte breve.
Otro punto central que atraviesa la
obra es la presencia de la ciencia como la religión más extendida y popular. El
reproche a los niños en casa se da en esta línea: “no puedes creen en
fantasmas, porque nosotros creemos en la ciencia”. Esto se complementa con el
método científico recitado un par de veces como si fuera el credo católico. En
esta misma línea, las coordenadas científicas donde se inscribe la intuición y
el amor son dignas de mención, ya que renueva la perspectiva sobre ellas y las
articula muy bien con el espíritu científico que impregna al film.
Un tercer aporte es el alto estándar
de ciencia que se utiliza en el film. Este no es dejado al azar y se basa en
teorías que están en el debate actualmente. No es gratuita así la presencia de
Kip Thorne como asesor de contenidos: reconocido físico, famoso por ser el
compañero de apuestas teóricas de Stephen Hawkings. Esto no solo se queda ahí
sino que aventura hipótesis para el futuro de la humanidad, no fuera del marco
científico y dentro de la teoría de las súper-cuerdas y multi-dimensiones. Lo
interesante aquí es que no pierde de vista cómo estas implican al ser humano y
evita dejarlas como simples teorías matemáticas.
Los problemas son evidentes: la amplia
cantidad de temas, la diversa cantidad de información y la articulación
perfecta con una línea narrativa simple vuelve el producto final un objeto
complicado de cerrar a la perfección. Las
actuaciones son pertinentes se convierten en irrupciones fuertes que no se
condicen con el momento del film: pienso en la conversación entre la Dra. Brand
(Anne Hataway) y Cooper al escapar de una ola gigante en una de los planetas
que visitan o el Dr. Mann (Matt Damon) en su breve aparición no deja explicar
muy bien el giro que toma: no hay tiempo para articularse como sujetos claros.
Es evidente que estos problemas surgen por la cantidad de hilos, tanto narrativos
como conceptuales que quedan abiertos, y el tiempo que necesita el film para
cerrarlo: las casi tres horas no son suficientes para esto. Esa sensación sí
puede ser considerada un obstáculo para el disfrute pleno del film. El problema
no queda ahí, ya que en el cierre es evidente que Nolan busca confundir con el
guión mismo para tratar de dejar un final abierto que el espectador cierre
desde su butaca. Tradicionalmente sería un aporte si la idea de truco de magia
es la línea, pero la confusión es explícita y alta, como buscando cerrar
rápidamente la película. Como se advirtió líneas atrás es el exceso la falla y
el tiempo, uno de los temas centrales, curiosamente, no acompaña al film.
Nolan es quizá el estandarte de una
nueva generación de directores, entre ellos David Fincher, Spike Jonze, Alonso
Cuarón, Wes Anderson, que han encontrado el equilibrio perfecto entre el cine
de autor y los blockbusters. Sospechamos que esta es una línea saludable para
el cine y para expandir las posibilidades del mismo, produciendo películas
inteligentes para la masa que acude constantemente al cine. Mantener
la línea, incluso con films no tan redondos como este, es un acto saludable
para el cine y para el cerebro de los espectadores.
[1]
No me
equivocaría en inscribir este film en el género del western o en lo que Gilles
Deleuze denomina imagen-acción. Esto por dos razones: a) la confrontación del
hombre a la naturaleza y b) la presencia del duelo en espacio abierto. Por
ello, es fácil que la acción tenga lugar y los personajes se inscriban en esta
tensión con facilidad. Por ello, el film no decae en acción en ningún momento.
Bacan el apunte sobre la confrontación al credo de la ciencia, el monologo de Ane Hathaway sobre el amor( al novio que esta en otro planeta buscando un planeta habitable) es claro.
ResponderBorrarEs verdad que se abordan muchos temas y que no se cierran todos ellos con el detalle que se quisiera- lo mismo pasa en Batman aunque en menor medida ya que es menos ambiciosa- pero el final no se desmerece en la medida que el tema principal siempre fue abordar la cuestión del tiempo. El final es confuso y complejo, pero su complejidad radica en el tema que aborda, no solo desde una perspectiva emocional o filosófica sino también desde el panorama científico actual. Nolan nos da un pincelazo de lo que podría ser algo que no conocemos pero sobre lo que existen varias teorías en la física moderna, nos sugiere cómo podría empatarse la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica a través de un espacio de 5 dimensiones, nos sugiere eventos desconocidos pero sobre los que podemos imaginar sobre base científica, es ahí donde radica su genialidad como película de ciencia ficción.
Pero Nolan no solo quiere hacer ciencia ficción pura, quiere abordar el misterio del amor, la relación entre padre e hija, el cambio climático, la capacidad de la humanidad para sobreponerse a la adversidad, etc. e Interestellar es una pelicula donde abordar todos los temas que le interesan, sin cerrarlos como es debido y dando prioridad al tema principal: el tiempo