lunes, 17 de noviembre de 2014

En Defensa del Reggaetón: de Música Bellaca y Recomendaciones de Política

Escribe: Anónimo

A veces defender lo indefendible puede parecer una tarea muy complicada, pero cuando se trata del Reggaetón nada es imposible. Lo cierto es que hace unas semanas se empezó a difundir un estudio sobre el efecto del género musical sobre la inteligencia. Mi principal motivación en este artículo es explicar que la acusación a Don Omar, Nicky Jam, Beyonce y a toda la gente con más flow, de reducir la inteligencia, podría estar errada.



Toda esta polémica se desató tras la publicación de un estudio realizado por Virgil Griffith. En principio, Griffith recolectó las notas de las pruebas SAT (un examen estandarizado que se realiza en las universidades de Estados Unidos) de varios estudiantes, y luego buscó las preferencias musicales en Facebook. El resultado de este estudio se puede resumir en el siguiente gráfico: 


Básicamente se observa que aquellos que escuchan Lil Wayne, Soca, Gospel o Reggaetón deberían preocuparse, pues la nota promedio que han obtenido es bien baja. En cambio, si escucharan Beethoven, Counting Crows o U2 hubieran sacado muy buenas notas.

Si un mal político leyera el estudio de Griffith sin menor detalle, lo que haría sería prohibir que la gente escuche reggaetón, probablemente varios radios locales cerrarían y como política de Estado, en los tonos a los que vayas pondrían Beethoven o Radiohead. Un político más sofisticado tal vez diría que es necesario gravar con un impuesto directo a los cantantes de reggaetón, pues el nivel de equilibrio no es el socialmente eficiente dado que estarían generando una externalidad negativa para la sociedad. En particular, este género musical estaría reduciendo el PBI y por ende mermando nuestro crecimiento económico. En síntesis, la receta política sería nada de fiestas Candy (por más que en el proceso no pidamos más que eso), ya no más “Llamadas de emergencia” para “Irse de party” y así “Romper la discoteca”. Se acabó “La gasolina”, nada de “Rakatá”, “Travesuras” ni “Dembow”.

Relación Causa-Efecto vs. Correlación Simple

Pero ciertamente lo que se observa en este caso es una correlación y no una relación causa-efecto. En particular, cuando se revisa el estudio a detalle, no se asegura que el reggaetón realmente genere un efecto pernicioso sobre la inteligencia, sino que solo existe una posible relación negativa. No hay nada que pueda sustentar la relación causa-efecto. ¿Puede una correlación no ser causalidad? Sí, veamos el siguiente gráfico:


Desde 1860, la temperatura promedio del planeta se ha incrementado. Asimismo, el número de piratas se ha reducido dramáticamente. Existe una correlación negativa entre el número de piratas y la temperatura promedio del planeta: a menor número de piratas, las temperaturas aumentan. En conclusión, ¿la escasez de piratas está generando el calentamiento global? ¿Para combatir el calentamiento global necesitamos aumentar el número de piratas? Claro que no. Esta es solo una correlación entre dos variables, no hay una razón intuitiva más allá. A este tipo de relaciones se les conoce como “espurias”.

Regresando al caso reggaetonero, para realmente saber cuál es el verdadero efecto del género musical sobre la inteligencia, el experimento ideal sería asignar a personas de manera aleatoria y hacer que escuchen cierto estilo musical para luego ver el efecto que tuvo este sobre las notas que sacaron.
Hay varias razones por las que el estudio de Griffith puede no implicar una causalidad:

En primer lugar, Satoshi Kanazawa de LSE posee una idea evolucionista asociada a que las personas más inteligentes tienden a escuchar música más sofisticada y disfrutan más de los instrumentos debido a que sus desarrollos neuronales les permiten ser capaces de comprender y disfrutar estímulos nuevos, a comparación de sus pares. Si esta teoría fuera cierta, lo que realmente estamos observando en el gráfico de Griffith es que la gente más inteligente está escuchando música más sofisticada que sus pares.

En segundo lugar, los factores culturales importan. Los lugares donde se escucha música clásica por ejemplo, coinciden también con lugares donde la gente tiene un nivel más alto de educación y por ello hace más probable que obtengan una mejor nota en las pruebas SAT pero no necesariamente es que este tipo de música haya generado que las personas de estos países obtengan mejores notas.

En tercer lugar, en el caso específico de la música clásica, se sabe por estudios anteriores que realmente es complicado probar que este tipo de música aumenta la inteligencia ya que es difícil encontrar un experimento ideal que permita probar esto. Además, las personas más inteligentes poseen más tiempo libre y esto genera que puedan aprender a tocar instrumentos musicales, llegando a desarrollar un gusto por la música clásica o géneros afines al instrumento que toquen. Así, cuando uno observa una relación música-inteligencia lo que se puede estar observando es el efecto de la inteligencia sobre los gustos musicales y no al revés. El caso análogo sería pensar qué tan plausible es que un chico inteligente dedique su tiempo libre a tocar algún instrumento asociado a la música de Lil Wayne o de Pitbull: ¿son muchos estos casos?

Bueno amigo lector, espero haberlo dejado más tranquilo. Sin duda la idea de Griffith puede resultar bastante controversial para muchos y hasta que realmente no haya una prueba más formal de esta idea, no se puede confirmar que ciertos géneros musicales son perniciosos para la inteligencia. Lo último que he pretendido con este artículo no es decir si es moral o no escuchar ciertos géneros sino discutir a nivel teórico algunos resultados que podrían no ser ciertos o ser meras coincidencias.

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PD 2: Si tienen un amigo que es inteligente y que escucha Reggaetón no olviden etiquetarlo.

PD 3: A todos mis amigos economistas amantes del reggaetón Old School, esto va para ustedes: https://www.youtube.com/watch?v=aWmj1bMR4Mo

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