miércoles, 12 de noviembre de 2014

¡Ya me cansé! Narco-charro en sangre

Escribe: Mario Rivera

Lejos están los días en que México simbolizaba aquel charro, elegante y fuerte que conquistaba y encandilaba a todos con la mirada. Noches de lujuria y tequila han pasado factura, y ahora vemos un peón cabizbajo, sin rastro de aquella elegancia, con el traje resquebrajado, y sobre todo “manchado”. Una mancha profunda de sangre que indigna, preocupa y se acrecienta con el paso de los años.


El pasado 26 de setiembre las víctimas fueron 43 estudiantes. ¿Desaparecidos? No. Confesiones afirman que fueron asesinados, y posteriormente incinerados por orden de un cartel del narcotráfico. La brutalidad se ha vuelto el nuevo estigma de esta narco-sociedad. Los cuerpos de los fallecidos no existen más, y a pesar de que entre lágrimas y una intranquilidad incesante las familias piden respuestas, solo se cuenta con escasos restos óseos difícilmente identificables.

Esta cruel historia ilustra la realidad mexicana. Uno podría preguntarse por los políticos: ¿Dónde están los defensores del pueblo? Ahondando más en esta historia podemos observar el verdadero rol de estos seudo-defensores. Los estudiantes fueron detenidos por la policía en Iguala por la sospecha de que interrumpirían un informe público de María de los Ángeles Pineda, esposa del ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca (ambos acusados como autores intelectuales del crimen). Finalmente fueron estas mismas fuerzas de la ley, quienes los entregaron a la banda de sicarios “Guerreros Unidos” para que se encargaran de su fatal destino.


La ley y el narcotráfico han formado una alianza e imponen la “nueva justicia” en México. En este caso, fueron dos municipios del Estado de Guerrero los implicados, Iguala y Cocula. Y si bien Guerrero es zona de litigio del narcotráfico por ser durante décadas uno de los mayores productores de marihuana y amapola, y en los últimos años el centro productor de heroína del continente, son muchos más los estados implicados. Problemas similares fueron identificados por la PGR (Procuraduría General de la República) y la Comisión Nacional de Seguridad en Veracruz, Chihuahua, Sinaloa, Michoacán, Durango, Coahuila, Estado de México, Jalisco, Zacatecas, Morelos, entre otros.

El charro se encuentra en este vicio hace años, y su adicción parece asentarse cada vez más. La inseguridad ha llegado a niveles impensables: 123,470 fueron las personas secuestradas en 2013, 94% es el porcentaje de crímenes no investigados, 22,322 es el número de personas desaparecidas desde que inició la guerra contra el narcotráfico en 2006, 10.7 millones es el total aproximado de hogares con una víctima de violencia (BBC). Números increíbles y espantosos al mismo tiempo.

¿Qué sigue para México? ¿Se ve alguna reacción? A pesar de la magnitud de los hechos, la respuesta es incierta. A través de las redes sociales se ha popularizado la frase #Yamecansé, simbolizando un grito espontáneo de una sociedad mexicana harta de esta situación. Sin embargo, a pesar de algunas protestas, las reacciones son aún tibias y no generalizadas. El 20 de noviembre se ha convocado a un paro general y se pondrá a prueba esta resistencia mexicana.

Esperanza existe, pero preocupación también. ¿Qué sucede si no hay reacción? La adicción a este narco-sistema ha tomado una posición tan dominante que un cambio radical es difícil de vislumbrar. Por un lado se observa una sociedad aterrorizada. Pero por otro lado, tenemos también una sociedad “acostumbrada”. Declaraciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) aseguran que detrás del silencio existe la complicidad y colusión de las autoridades municipales y estatales con la delincuencia organizada. A esto se suma el "poco interés" de algunos medios de prensa locales con estas manifestaciones.

Si la cabeza está implicada, hará lo posible por mantenerse así, por ahí no vendrá el cambio. Si alguien cambiará el rumbo de las cosas, esa será la masa, la sociedad en su conjunto. Esto lamentablemente implica que la violencia se puede desatar ferozmente, reflejo de ello es lo sucedido en Colombia, cuyo conflicto armado interno continúa y no parece llegar a una pronta solución. Un pacto con el narcotráfico ¿Tentador en un inicio? He ahí las consecuencias.

La rehabilitación es necesaria, pero sacar al charro de aquella adicción es una tarea difícil. El narcotráfico busca alejarlo de aquel camino, mientras que una sociedad pujante añora todo lo contrario. La vuelta a la elegancia y la fortaleza de la nación mexicana depende de su firmeza y decisión. El 20 de noviembre tienen una oportunidad; desempolva el traje, ponte el sombrero y tómala charro.

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