Escribe: Ana Maritza Cortez
La globalización es un fenómeno que ha realizado grandes y diversos cambios en las culturas del mundo. Gracias a ella, se dan una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que intentan romper barreras y unificar a las diversas culturas del mundo. Esto ha llevado a muchas de ellas a imitar o tratar de acercarse lo más posible a una cultura que tienen como modelo, lo que las ha llevado a transformar o, en el peor de los casos, abandonar sus costumbres.
Actualmente, vivimos una especie de homogenización de culturas que no es tan ventajosa ni positiva como muchos afirman. Sin embargo, la globalización en sí misma no es la causa directa del problema. La forma cómo se utiliza las herramientas que nos brinda la globalización y los fines a los que se quiere llegar con ella es aquello que marca la diferencia y el rumbo de una cultura u otra. Es común ver que diversas comunidades indígenas han transformado sus costumbres para encajar en un mundo moderno que constantemente las limita y les exige nuevos patrones de comportamiento para poder conseguir oportunidades laborales, sociales, entre otras. Sin embargo, existen otras tantas que preservan su cultura, revalorizan sus costumbres y forjan una identidad propia que se transmite de generación en generación. Este es el caso de la comunidad de Cabanaconde.
Cabaneños en la celebración de la Virgen de la Candelaria |
Cabanaconde es una comunidad que se ubica al Sur del Perú en la ciudad de Arequipa. Los cabaneños son bilingües de quechua y español y consideran que su comunidad es un espacio que poco tiene de rural, ya que la comunidad ha estado en constante contacto con el exterior y las prácticas modernas. Sin embargo, se debe considerar a Cabanaconde como un emblema de preservación cultural en un mundo globalizado. Prueba de ello es que los cabaneños mantienen prácticas de tiempos prehispánicos en el funcionamiento de la comunidad como la organización dual y la ayuda mutua. Además, entre las actividades más importantes de los cabaneños se encuentra la celebración anual de la fiesta de la Virgen del Carmen y el culto al monte Hualca Hualca. No obstante, también han introducido en su cotidianeidad elementos externos para reproducir su cultura y reinventarla. Esto ha hecho que las nuevas generaciones puedan forjar una identidad comunal sólida.
Paul Gelles afirma que Cabanaconde nunca ha sido una entidad estática y, por el contrario, ha experimentado grandes cambios. Sin embargo, en la comunidad, los cabaneños se organizan de manera dual (Hanan y Urin); esta organización se puede observar en las fiestas y los rituales. La dualidad se constituyó desde tiempos prehispánicos y fue consolidada en el imperio Inca. La dualidad ha seguido vigente para los cabaneños a pesar de las transformaciones que han podido atravesar en un mundo en el que se vive una homogenización de culturas. Sin embargo, la dualidad así como ha persistido, también se ha reorientado. En el caso de Cabanaconde, la reorientación se identifica en el uso de parcialidades para celebrar fiestas y rituales. Además, en el caso de ser utilizada para fines económicos, la decisión es tomada por los mismos cabaneños de manera autónoma.
Otras de las prácticas prehispánicas que se complementa con la forma de organización dual es la de la ayuda mutua dentro de la comunidad. Esta puede observarse, por ejemplo, en la alcaldía del agua. Esta es uno de los múltiples cargos que la gente del pueblo asume, en forma rotativa, como una forma de servicio comunitario. La función que cumplen es la de proveer de agua a los campos de la comunidad y es realizado gracias a la ayuda mutua, pues trabajan en conjunto la esposa y los miembros de todas las familias.
Otro aspecto en el que se puede observar la ayuda mutua es en el caso del rito del matrimonio. Este rito conlleva una serie de pasos a seguir donde se ven involucradas constantemente ambas familias, los amigos y, en menor medida, los demás integrantes de la comunidad. De esta manera, se puede afirmar que la comunidad de Cabanaconde mantiene, aún en un mundo donde las culturas tienden a homogenizarse, prácticas de tiempos prehispánicos como la organización dual y la ayuda mutua que se configuran y adaptan a los nuevos retos impuestos en la actualidad.
Si una persona se encuentra en Cabanaconde en el mes de Julio, podrá ser espectadora de la fiesta anual de la Virgen del Carmen, patrona de Cabanaconde. La fiesta es patrocinada por cabaneños migrantes y locales; estos entran en una competencia para ver quien es aquel que proporciona más en la celebración. De esta manera, adquieren respeto y prestigio en la comunidad que es muy importante en la vida de cada familia. La fiesta también se lleva a cabo en el contexto de las dualidades superiores e inferiores; sin embargo, el concepto de oposición complementaria entra a calar, ya que ambas dualidades trabajan y se esfuerzan para que la fiesta sea exitosa. Aquellos que la patrocinan buscan que el pueblo disfrute y se reinvente en esta celebración donde la identidad cultural toma fuerza cada año.
Además, los cabaneños integran a las nuevas generaciones a la participación activa de todas las celebraciones y rituales. Es por ello que, en la fiesta, los niños y adolescentes portan los trajes típicos y se empapan de todo lo que significa ser un cabaneño, a pesar de tener el contacto directo con prácticas culturales del exterior. La participación de las nuevas generaciones y las prácticas culturales que se viven en la fiesta se pueden encontrar en el documental realizado en 1992 por Wilson Martínez y Paul Gelles. En este documental, también, se puede apreciar el culto a una deidad que forma parte de la religiosidad y las creencias de la comunidad: El Hualca Hualca.
Cabanaconde es uno de los veinte distritos que conforman la provincia de Caylloma en el Departamento de Arequipa |
El ritual que se le ofrece a este cerro se asocia con la identidad y con el poder; además, es una práctica que se ha mantenido vigente en esta comunidad por cientos de años. Esta deidad es la más importante para la comunidad y todo lo realizado gira en torno a ella; así, el motor de cualquier cabaneño es rendirle culto al Hualca Hualca y mantenerlo en comunión con el pueblo. La identidad comunal y étnica del cabaneño de nuestros días reside en la conexión espiritual que liga a su pueblo con el cerro Hualca Hualca. De esta manera, a través de diferentes prácticas culturales como la celebración anual de la Virgen del Carmen y el culto rendido al monte Hualca Hualca, las identidades comunales se reafirman y se trasmiten conocimientos de generación en generación.
Por otro lado, la comunidad de Cabanaconde ha tenido un contacto cultural dinámico con el exterior. Esto se puede corroborar con la afirmación de Paul Gelles donde explica que, tal vez, la expresión más obvia de los lazos con los mundos culturales y económicos más grandes sean las enormes colonias de migrantes cabaneños en Arequipa, Lima y en Washington D.C. Todos aquellos migrantes vuelven a la comunidad a fortalecer y renovar su identidad cabaneña; cuando esto sucede, traen consigo nuevos elementos del exterior que influyen en las dinámicas sociales de la comunidad.
Fiesta de la Virgen de la Candelaria |
Por ejemplificar un elemento externo que sirve para reproducir la cultura cabaneña, se tiene a las videograbadoras introducidas en la comunidad que son utilizadas para grabar la fiesta anual de la Virgen del Carmen o las costumbres locales y llevar las cintas a los cabaneños que no pudieron volver o a los amigos que tienen en las diferentes colonias. Paul Gelles comparte la idea de algunos antropólogos que sostienen que la tecnología y las comunicaciones, además de quebrar las comunidades indígenas, son empleadas de manera
estratégica por las comunidades para reforzar sus identidades comunales y étnicas.
Por otro lado, así como incorporan elementos del exterior para reproducir su cultura, los cabaneños rechazan aquellos que amenacen con debilitar la identidad comunal que poseen. La introducción de la televisión en la comunidad de Cabanaconde es un ejemplo de ello. Algunos programas son censurados en la comunidad; esta decisión es tomada por los cabaneños pues aseguran que son una mala influencia para las nuevas generaciones y por ello no permiten su transmisión. De esta manera, puede verse que la preservación de su cultura es esfuerzo de cada cabaneño y el temor porque su identidad se debilite hace que se creen mecanismos para protegerla, pertinentes o no, los crean y los mantienen. Consideran que es muy importante, ya que servirá para que las nuevas generaciones forjen una identidad comunal sólida que les permita moverse en un mundo globalizado sin abandonar ni rechazar su cultura.
El caso de Cabanaconde demuestra que no es la globalización el principal peligro, sino las personas y las decisiones que estas toman para transformar sus culturas. De esta manera, la globalización sería positiva en cuanto se le utilice como mecanismo para mejorar o reinventar ciertas prácticas propias y no para suplantarlas. Cabanaconde no es una comunidad alejada de la modernidad, de la tecnología, del turismo o del uso del internet ni mucho menos. Por el contrario, está en constante contacto con todo ello, los migrantes que vuelven cada año a la fiesta patronal provienen de Lima, Arequipa, Washington, entre otros. Estos traen consigo personas de fuera, pero que forman parte de sus familias; ellos poseen otras costumbres y provienen de otras culturas. Sin embargo, respetan y, en algunos casos, son participes de las costumbres cabaneñas. Entonces, se debe considerar a esta comunidad como un ejemplo de preservación cultural al poner todos sus intereses y esfuerzos en reproducir su cultura y consolidar su identidad comunal.
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